(ZENIT – 21 nov. 2019).- El Santo Padre, refiriéndose a los encuentros interreligiosos, ha definido a las religiones como “faros de esperanza, en cuanto promotoras y garantes de fraternidad”.
Hoy, 21 de noviembre de 2019, aproximadamente a las 10, hora local (las 4 h. en Roma), el Papa Francisco llegó al templo de Wat Ratchabophit Sathit Maha Simaram para reunirse con el patriarca supremo de los budistas, indica la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
La visita
A su llegada a la entrada del complejo, el Santo Padre fue acogido por el secretario del patriarca y juntos se dirigieron al interior del templo.
Después de que ambos líderes articulasen sus respectivos saludos, se ha producido el intercambio de regalos y la firma en el Libro de Honor del templo por parte del Obispo de Roma, además de un breve coloquio entre ambos.
Finalmente, el Papa y el patriarca se trasladaron al patio central del edificio para posar en una foto de grupo con 35 monjes budistas del monasterio Wat Pho.
Patriarca Supremo de los budistas
Somdej Phra Maha Muneewong, conocido también con el sobrenombre de Umporn Umpa-row, es el 20º patriarca supremo de los budistas.
Este cargo fue instituido en 1872 por el rey Rama I con el cometido de guiar al Consejo Supremo de la Sangha (comunidad budista), promover la religión, así como supervisar que todas las órdenes budistas del país observen las enseñanzas de Buda y los rituales establecidos por el Consejo.
El actual patriarca fue nombrado por el rey Rama X el 13 de febrero de 2017. Umporn Umpa-row nació en 1927, fue ordenado monje novicio a los 10 años e inició su vida monacal en 1950.
Es licenciado en estudios religiosos por la Universidad Budista de Mahamakut y ostenta una maestría en Historia y Arqueología en la Universidad Banaras Hindu de la India. En 1973 fue designado como jefe de la misión en Sidney.
Desde 2008 hasta ser nombrado patriarca supremo, realizó el encargo de abad del templo de Rajchaborpit- Shadit-mahasimaram.
Palabras del Papa
Tras las palabras de bienvenida que el patriarca supremo dirigió al Pontífice, este último pronunció un saludo en el que manifestó que desea inscribir este encuentro sobre las “huellas” de los predecesores de ambos, que comenzaron un camino “de valoración y reconocimiento mutuo”, de respeto y amistad entre ambas comunidades.
Así, el Obispo de Roma recordó que han pasado casi cincuenta años desde que el decimoséptimo patriarca supremo, Somdej Phra Wanarat, visitó al Papa Pablo VI en el Vaticano; la posterior visita, en 1984, de Juan Pablo II al líder en este mismo templo; y la reciente llegada de una delegación de monjes del templo de Wat Pho al Vaticano.
El Papa definió estos encuentros como pasos para testimoniar que “la cultura del encuentro es posible”, ofreciendo al mundo “una palabra de esperanza capaz de animar y sostener a los que resultan siempre más perjudicados por la división”.
También agradeció que en Tailandia, aun siendo los católicos un grupo minoritario, estos hayan disfrutado siempre de libertad religiosa y reiteró el compromiso de la Iglesia “por el fortalecimiento del diálogo abierto y respetuoso al servicio de la paz y del bienestar de este pueblo”.
A continuación se expone el saludo completo del Papa Francisco.
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Saludo del Santo Padre
Su Santidad:
Le agradezco sus amables palabras de bienvenida. Al comienzo de mi visita a esta nación, me alegra visitar este Templo Real, símbolo de los valores y las enseñanzas que caracterizan a este amado pueblo. En las fuentes del budismo la mayoría de los tailandeses han nutrido y permeado su manera de reverenciar la vida y a sus ancianos, de llevar adelante un estilo de vida sobrio basado en la contemplación, el desapego, el trabajo duro y la disciplina (cf. S. JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsin. Ecclesia in Asia, 6); características que nutren ese distintivo tan especial vuestro: ser considerados como el pueblo de la sonrisa.
Nuestro encuentro se inscribe dentro de ese camino de valoración y reconocimiento mutuo comenzado por nuestros predecesores. Sobre sus huellas quisiera inscribir esta visita, para acrecentar no sólo el respeto sino la amistad entre nuestras comunidades. Han pasado casi cincuenta años desde que el decimoséptimo Patriarca Supremo, Somdej Phra Wanarat (Pun Punnasiri), junto con un grupo de importantes monjes budistas, visitó al Papa Pablo VI en el Vaticano, lo cual representó un hito muy importante en el desarrollo del diálogo entre nuestras dos tradiciones religiosas; diálogo cultivado que permitió realizar, posteriormente, al Papa Juan Pablo II una visita en este Templo al Patriarca Supremo, Su Santidad Somdej Phra Ariyavongsagatanana (Vasana Vasano). Personalmente tuve el honor de recibir recientemente a una delegación de monjes del templo de Wat Pho, con su obsequio de una traducción de un antiguo manuscrito budista escrito en lengua pali, conservado ahora en la Biblioteca Vaticana. Pequeños pasos que ayudan a testimoniar no sólo en nuestras comunidades sino en nuestro mundo, tan impulsado a generar y propagar divisiones y exclusiones, que la cultura del encuentro es posible. Cuando tenemos la oportunidad de reconocernos y valorarnos, incluso desde nuestras diferencias (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250), ofrecemos al mundo una palabra de esperanza capaz de animar y sostener a los que resultan siempre más perjudicados por la división. Posibilidades como estas nos recuerdan lo importante que es el que las religiones se manifiesten cada vez más como faros de esperanza, en cuanto promotoras y garantes de fraternidad.
En este sentido, doy las gracias a este pueblo porque, desde la llegada del cristianismo a Tailandia, hace unos cuatro siglos y medio, los católicos, aun siendo un grupo minoritario, han disfrutado de la libertad en la práctica religiosa y durante muchos años han vivido en armonía con sus hermanos y hermanas budistas.
En este camino de la mutua confianza y fraternidad, deseo reiterar mi personal compromiso y el de toda la Iglesia por el fortalecimiento del diálogo abierto y respetuoso al servicio de la paz y del bienestar de este pueblo. Gracias a los intercambios académicos, que permiten una mayor comprensión mutua, como asimismo al ejercicio de la contemplación, la misericordia y el discernimiento —tan comunes a nuestras tradiciones—, podremos crecer en el ejercicio de buena “vecindad”. Podremos impulsar entre los fieles de nuestras religiones el desarrollo de nuevas imaginaciones de la caridad, que sean capaces de generar y aumentar iniciativas concretas en el camino de la fraternidad, especialmente con los más pobres, y en referencia a nuestra tan maltratada casa común. De esta manera contribuiremos a la construcción de una cultura de compasión, fraternidad y encuentro tanto aquí como en otras partes del mundo (cf. ibíd.). Estoy seguro que este camino seguirá dando frutos y en abundancia.
Una vez más, agradezco a Su Santidad este encuentro. Pido que sea colmado de todas las bendiciones divinas para su salud y bienestar personal, y por su alta responsabilidad de guiar a los creyentes budistas en los caminos de la paz y la concordia.
¡Gracias!
© Librería Editorial Vaticana
Fotos: Vatican Media y Papa Pool Flight Photos