Fecundación in vitro © Facebook/RESOLVE: The National Infertility Association

Laboratorio consigue mantener embriones de mono in vitro durante 20 días

Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

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(ZENIT – 22 nov. 2019).- El científico Juan Carlos Izpisua (ver valoración ética de sus últimas investigaciones AQUÍ) y su equipo de investigación en China han conseguido por primera vez cultivar embriones de mono en el laboratorio hasta 20 días tras la fecundación, según publica la revista Science.

Su objetivo es poder estudiar fases del desarrollo embrionario que hasta ahora solo podían producirse en el útero, pues los embriones obtenidos en el laboratorio eran transferidos al útero materno antes de ese tiempo o bien eran destruidos a los 14 días. “Se sabe poco acerca de los procesos moleculares y celulares que ocurren durante el desarrollo embrionario”, explica Izpisua en declaraciones a El País. “Nuestro método nos permite observar procesos clave del desarrollo por primera vez. Esta investigación, aunque la hayamos hecho con células de primates no humanos, puede tener implicaciones directas para la salud humana, como la generación de células, tejidos y organoides”, subraya el investigador español.

Hace años, cultivar un embrión de primate durante 14 días en el laboratorio suponía un reto técnico, pero era cuestión de tiempo que la tecnología se refinara lo suficiente para permitirlo. Sin embargo, el límite de los 14 días se ha establecido también legalmente en muchos países para limitar la experimentación con embriones humanos más allá de ese tiempo en base a argumentos de índole ética.

Así, dado que a partir del día 15 comienza la gastrulación, momento del desarrollo embrionario en que ocurre una reorganización celular que da lugar a las tres capas de células germinales, los defensores del límite de los 14 días argumentan que a partir de entonces el estatus moral del embrión aumenta porque tiene un mayor potencial de personalidad y es indiscutiblemente un individuo, dado que ya no puede dar lugar a gemelos. Otro argumento sería el de la “pendiente resbaladiza”, según el cual alargar el límite abririía la puerta hacia una permisión cada vez mayor respecto al tiempo de la investigación con embriones. Un último argumento es que después de la gastrulación el embrión pueda adquirir un nivel de sensibilidad por el que podría experimentar dolor y sufrimiento. Sin embargo, a los 28 días, no existen conexiones neuronales funcionales o sistemas sensoriales en el embrión, por lo que algunos autores defienden la extensión del límite de los 14 días hasta los 28 o incluso más.

En declaraciones a El País, la bióloga Elisa Martí manifiesta: “Hay que ir con pies de plomo con la ética, pero los científicos tenemos que hacer un esfuerzo para convencer a la sociedad de que hay que ir más allá del límite de 14 días”. En la misma línea, Javier López-Ríos, del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, en Sevilla, opina que “el límite de los 14 días se impuso en su momento por una serie de cuestiones morales y religiosas. Unos pensarán que un individuo surge en el momento de la fecundación, pero otros dirán que un embrión de 14 días es solo un conjunto de células que no siente ni padece”.

A nuestro juicio, ciertamente defender el límite de los 14 días puede resultar cuestionable, pero no porque un embrión de ese tiempo de desarrollo carezca de estatus moral, sino porque es difícil una vez permitida la investigación con embriones humanos fijar un límite contundente. Efectivamente, el proceso de desarrollo biológico del individuo comienza desde el momento de la fecundación (ver “Estatuto biológico del embrión humano”, y como ser humano, es sujeto de toda dignidad (ver “Estatuto de persona del embrión humano”), lo que hace éticamente inaceptable la posibilidad de disponer de él como mero material de investigación, ni más allá de los 14 días ni antes. Las investigaciones aquí comentadas se han realizado en monos, por lo que no estarían sujetas a las limitaciones éticas expuestas, pero la posibilidad de trasladar estas experiencias a la especie humana es evidente. Sin embargo, reiteramos que la mayor dificultad ética no estaría en el hecho de superar el límite de los 14 días de desarrollo in vitro, sino en el de la propia experimentación con embriones humanos.

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ZENIT Staff

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