(ZENIT – 28 nov. 2019).- Preguntado por la pena de muerte en Japón, el Papa reiteró que «la pena de muerte no se puede hacer, no es moral» y añadió que «incluso para la cadena perpetua debemos pensar cómo el condenado perpetuo se puede reinsertar, dentro o fuera».
El pasado martes, 26 de noviembre de 2019, el Papa ofreció, como acostumbra hacer tras los viajes, una rueda de prensa en el vuelo de Tokio a Roma, tras su 32º viaje apostólico internacional, a Tailandia y Japón. En este trayecto, de 12 horas, el Santo Padre fue preguntado por ocho periodistas en representación de cada grupo lingüístico. Vatican News publicó la transcripción no oficial, según el texto recogido por Alessandro Guarasci y Andrea Tornielli.
En relación a la condena de pena de muerte en Japón, el Santo Padre Pero aclaró que la condena «debe ser siempre para la reintegración, una condena sin ventanas de horizonte no es humana» y matizó que «incluso para la cadena perpetua debemos pensar cómo el condenado perpetuo se puede reinsertar, dentro o fuera».
En este contexto, el Papa explicó «esto va unido a una conciencia en desarrollo». Por ejemplo, algunos países no pueden abolirla «debido a problemas políticos, pero hacen una suspensión que es una forma de dar cadena perpetua sin declararlo».
El Papa argentino incluyó en el Catecismo que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, y señaló que la Iglesia «se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».
Hace quince días, el Santo Padre pronunció un discurso en la conferencia de Derecho Penal Internacional, en el que habló «seriamente» sobre este tema, recordó a los periodistas.
El caso de Akamada Iwao
Akamada Iwao, japonés condenado a muerte que lleva 43 años recluido, algunos en régimen de aislamiento, está a la espera de la revisión del juicio. La periodista Elisabetta Zunica, de Kyoto New, preguntó al Papa si estaba previsto encontrarse con él, en la Misa celebrada en el Tokio Dome –a la que asistió–, algo que el Papa desmintió, pues «no sabía sobre esa persona», aseguró, lo supo después.
Respondiendo a dicha periodista, el Pontífice detalló que con el Primer Ministro habló de «tantos problemas, de procesos, de condenas eternas que no terminan, ni con la muerte ni sin ella». Sin embargo, habló, –señaló el Papa– «sobre problemas generales, que también existen en otros países: prisiones superpobladas, personas que esperan con una detención preventiva sin la presunción de inocencia».
Cárceles superpobladas
El Papa replicó a la periodista japonesa: «Usted me dirá: pero hay condenados por un problema de locura, enfermedad, incorregibilidad genética… Entonces se necesita buscar el modo de que hagan actividades que los hagan sentir como personas. En muchas partes del mundo, las cárceles están superpobladas, son depósitos de carne humana, que en lugar de crecer con salud muchas veces se corrompen. Debemos luchar contra la pena de muerte lentamente».
«Hay casos que me dan alegría porque hay países que dicen: nos detenemos», expuso Francisco. «Un gobernador de un estado el año pasado, antes de dejar el cargo, hizo esa suspensión casi final: son pasos de una conciencia humana. Pero algunos países todavía no han logrado incorporarse a esta línea de humanidad», lamentó.