(zenit – 2 junio 2020)-. “Crisis y liderazgo femenino” es el título del número de junio de 2020 de la revista mensual Mujeres Iglesia Mundo (Donne Chiesa Mondo) de L’Osservatore Romano, publicado el primer día del mes.
La revista se abre con un editorial titulado “Una Iglesia con cerebro maternal”, en el que se destaca que “nacer mujer no significa ser madre”: “Nos convertimos en madres a través de una transformación de la identidad femenina que pasa ‘de ser para uno mismo a ser para el otro’”.
Este “descentramiento” ya no es instintivo, es “una transformación que implica libertad, un verdadero trabajo, como escribe Marta Rodríguez en su texto firmado: “Y no siempre llega. Hay mujeres con hijos que tal vez no tienen un ‘cerebro maternal’ y mujeres madres que no tienen hijos biológicos”.
“El cerebro maternal es creativo para encontrar maneras de cuidar, multiplica su fuerza, sabe cómo arriesgar y sacrificar. Responde de forma creativa a las crisis”, continúa la crónica: “En este número contamos historias de mujeres con cerebro maternal. Mujeres valientes y resistentes, capaces de permanecer en primera línea en contextos de guerra, epidemias, hambre, pobreza, tráfico de personas… en cualquier periferia existencial, cuestionan los esquemas preconcebidos, dando vida mientras dan su vida”.
Para Marta Rodríguez, “estas mujeres encarnan el rostro de la Madre Iglesia, llamada a desarrollar un ‘cerebro maternal’, a convertirse en ‘una madre con el corazón abierto’, orientada hacia los pobres y marginados”.
“Una Iglesia Madre”, añade, “es una Iglesia ‘en salida’ que no se encierra en su propia seguridad y que supera cualquier tentación de autodefensa rígida, de aislarse en una maraña de obsesiones, procedimientos o estructuras. La Iglesia Madre está ‘descentrada’: sabe salir a los caminos sin mirarse a sí misma, sin temor a ser golpeada, herida o manchada; y no permanece tranquila mientras le quede un solo hijo sin horizonte de vida”.
Así, las mujeres de este número “despiertan el cerebro materno de la Iglesia y proponen, con su ejemplo y su palabra, que todos -hombres y mujeres, cualquiera que sea su fe y credo- adopten este cerebro”. Marta Rodríguez concluye: “La crisis es una buena oportunidad para salir de uno mismo y conocer al otro”.