(zenit – 12 junio 2020).- Uno de los problemas que pueden presentarse en las mujeres que han sido esterilizadas mediante una ligadura de trompas, es que posteriormente a haberse llevado a cabo la esterilización, deseen por alguna razón tener más hijos y consecuentemente quieran recobrar su fertilidad.
Ante esta disyuntiva se pueden dar dos soluciones técnicas, la primera es recobrar la funcionalidad de sus trompas quirúrgicamente y la segunda es acudir a la fertilización in vitro.
En el número de Fertility and Sterility del 4 de abril de 2020, se presenta un debate entre cuatro ginecólogos, dos que propugnan que la mejor solución es reponer quirúrgicamente las trompas por una anastomosis (es eliminar la parte que impide el paso de ovocitos y después recomponer la trompa quirúrgicamente) y otros dos que sostienen que lo mejor es recurrir a la fertilización in vitro, debate ampliamente tratado en la propia revista(ver más AQUÍ y AQUÍ).
La esterilización permanente de las mujeres, por la ligadura de sus trompas, es una práctica muy común, especialmente en algunos países.
En el artículo que estamos comentando se indica, según datos de la Society for Assisted Reproductive Technology (SART), correspondientes al año 2016, que el índice de nacimientos por ciclo de transferencia fue de 29.9% para mujeres de 38 a 40 años, de 1.4% para las de 41 a 42 años y del 4.1% para las de 43 o mayores. Finalmente, los niños nacidos por mujeres que se han sometido a fertilización in vitro, y que naturalmente pueden haber utilizado varios ciclos, es del 40.4% para las de 38 a 40 años (media de 1.5 intentos por paciente); de 22.7% para las de 41 a 42 años (media de 1.66 intentos) y de 7.2% para mujeres de 43 años o mayores (media de 1.76 intentos por mujer).
En comparación con ello, en una amplia revisión recogida en el mismo artículo que estamos comentando, la posibilidad de conseguir un hijo tras la anastomosis de las trompas en mujeres de 40 años o más era del: 49% (38/78); 43% (18/42); 71% (12/17); 55% (26/47); 50% (3/6); 38% (3/11); 58% (8/16); 68% (13/19); 29% (4/14); 38% (364/964); 13% (1/8); 33% (4/12); 36% (4/11) y 41% (566/1371).
Si se obtiene una media sumando todos los casos de los 15 estudios considerados, se observa que de 2.616 casos en los que se practicó la anastomosis, se obtuvieron 1.100 hijos vivos, es decir el índice de niños nacidos fue del 42.04%, superior a los índices de niños nacidos por fecundación in vitro que anteriormente hemos citado.
Si a eso se añade que los efectos secundarios de la fertilización in vitro son elevados y que en cambio son prácticamente nulos (ver nuestro artículo del libro en inglés), en las mujeres sometidas a la anastomosis de las trompas, si la intervención quirúrgica se lleva a cabo por un grupo experimentado, esta segunda técnica es más favorable.
Por otro lado, aunque son muchas las variables socioeconómicas que habría que considerar cuando se trata de comparar el coste-efectividad de ambas prácticas, todos los datos parecen apuntar a que la anastomosis quirúrgica de las trompas es más adecuada que la fertilización in vitro.
Por todo ello, los autores concluyen que la reversión de la fertilidad femenina tras la ligadura de trompas es más coste-efectiva en mujeres de 40 años o más que la fertilización in vitro, por lo que los especialistas en obstetricia y ginecología deberían continuar ofreciendo dicha anastomosis, a la vez que deberían realizar un esfuerzo para preparar técnicamente a las próximas generaciones de ginecólogos para poder llevar a cabo esta práctica con eficacia.
Justo Aznar
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad católica de Valencia