(zenit – 14 junio 2020).- El Papa Francisco indica un camino para ser “más paciente, más generoso, más misericordioso”, en un tweet de este viernes 12 de junio de 2020, mes del Sagrado Corazón. La fiesta del Sagrado Corazón se celebra el próximo viernes 19 de junio.
El Papa escribe: “Si recurrimos a la misericordia, el perdón y la ternura de Dios, entonces nuestro corazón, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso”.
En la audiencia el pasado miércoles 10 de junio de 2020, el Papa habló del mes del Sagrado Corazón, dirigiéndose a los polacos para invitarlos a confiar sus preocupaciones al Corazón de Jesús: “El mes de junio, dedicado al Corazón Sagrado de Jesús, se siente particularmente entre ustedes. Al Corazón Divino, lleno de paz y amor, podemos confiar todas las angustias de nuestros corazones y nuestro amor imperfecto. Del corazón traspasado del Salvador brota, para toda la humanidad, la fuente de todo consuelo y el océano de la Divina Misericordia. ¡Jesús, dulce y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!”
Oración de la abuela Rosa
Después del Ángelus del domingo pasado, 7 de junio de 2020, el Papa había confiado a los católicos una oración que aprendió de su abuela. El Papa habló de esta “devoción que une a los grandes maestros espirituales y a la gente sencilla del pueblo de Dios”: “El corazón humano y divino de Jesús es la fuente de la cual siempre podemos sacar la misericordia, el perdón y la ternura de Dios”, dijo.
Y el Papa sugiere: “Podemos hacerlo deteniéndonos en un pasaje del Evangelio, entendiendo que en el centro de cada gesto, de cada palabra de Jesús, en el centro hay amor, amor del Padre que envió a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está en nosotros. Y podemos hacer esto adorando a la Eucaristía, donde este amor está presente en el Sacramento”.
“Entonces nuestro corazón también, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, en imitación del Corazón de Jesús”, aseguró a los peregrinos que vinieron a este encuentro semanal.
“Hay una antigua oración, la aprendí de mi abuela, que decía:» Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo”, recordó el Papa. Es una hermosa oración. “Haz mi corazón semejante al tuyo. Una hermosa oración, pequeña, para rezar este mes, dijo, invitando a la gente a decirla con él: “Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo” : De nuevo: “Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo”.
Revolución de la ternura
Hace una semana, el 5 de junio, el primer viernes de junio, el Papa ya había invitado a la “revolución de la ternura” gracias al Corazón de Jesús: “El Corazón de Cristo es tan grande que quiere cogernos a todos en la revolución de la ternura”.
El Papa jesuita a menudo habla del Corazón de Cristo. Para los Jesuitas de Canadá, “la devoción moderna al Sagrado Corazón está íntimamente vinculada a la Compañía de Jesús”. Recuerdan las fechas: “En 1675, Santa Margarita-María Alacoque recibió una visión de Cristo que le revelaba su Sagrado Corazón. Sus visiones le valieron ser mal vista en su convento de la Visitación, pero Jesús la consoló y le reveló que un “verdadero y perfecto amigo le sería enviado”. Poco después, un nuevo director espiritual, el P. Claude de La Colombiér, SJ, llegó al convento. Autentificó las visiones de Marguerite-Marie Alacoque y las promovió con ella, incluso después de haber sido enviado a otros apostolados”.
El 5 de octubre de 1986, el Papa Juan Pablo II vino a rezar a la capilla de La Colombière y mencionó la misión de los jesuitas de llevar este conocimiento del Corazón de Cristo al mundo en una carta dirigida al general de los jesuitas, en aquel momento el p. Kolvenbach: “Durante mi peregrinación a Paray-le-Monial, deseo ir a rezar a la capilla donde se venera la tumba del bienaventurado, (lo canonizó en 1992, nota del editor) Claude de La Colombière. Él fué “el siervo fiel” que, en su amor providencial, el Señor dio como director espiritual a Santa Margarita-María Alacoque. Así fue como fue el primero en difundir su mensaje. En unos pocos años de vida religiosa y de intenso ministerio, se reveló como un “hijo ejemplar” de la Compañía de Jesús a quien, según el testimonio de la propia Santa Margarita María, Cristo había confiado la tarea de difundir el culto de su divino Corazón”.