(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 18.02.2022).- El jueves 17 de febrero el Papa recibió en audiencia privada al grupo de artistas de la así llamada “Diaconie de la Beauté” (“Diaconía de la belleza”). Se trata de una iniciativa surgida en Francia en 2012 como respuesta al Sínodo sobre la Nueva Evangelización. El arzobispo de Touluse, el arzobispo Mons. Le Gall, guía la grupo. En el contexto de su décimo aniversario el Papa les concedió esta audiencia especial
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Me complace recibirles y les doy mi cordial bienvenida a Roma. Le agradezco, Monseñor Le Gall, haber tomado la iniciativa de este encuentro en el marco del 10º aniversario de la «Diaconía de la Belleza», y sus amables palabras. Y os saludo a todos vosotros, artistas que buscáis de diferentes maneras ayudar y animar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a tomar el camino de los pulchritudinis.
La Biblia y la belleza del universo
Las Sagradas Escrituras nos hablan mucho de la belleza del universo y de todo lo que contiene, que se refiere por analogía a la del Creador. También nos recuerdan que cada uno de nosotros está llamado por la naturaleza a ser artesano y guardián de esa belleza. En cierto sentido, la obra artística complementa la belleza de la creación y, cuando se inspira en la fe, revela más claramente a los hombres el amor divino que está en su origen.
Os doy las gracias por el trabajo que habéis realizado en estos diez años, por el amor y la pasión con que habéis puesto a disposición de vuestros hermanos los talentos que habéis recibido de Dios, expresando en el lenguaje del arte preciosos mensajes para la fe y la evangelización.
La belleza es capaz de crear comunión y el artista es capaz de hablar de Dios
La belleza es capaz de crear comunión, «porque une a Dios, al hombre y a la creación en una única sinfonía; porque une el pasado, el presente y el futuro; porque atrae a los diferentes pueblos y a las naciones lejanas al mismo lugar y los involucra en la misma mirada» (Saludo a los directores de los patronatos de las artes en el Museo Vaticano, 28 de septiembre de 2018).
Una característica especial del artista es que no está limitado por el tiempo, porque su arte habla a todas las edades. El artista tampoco está limitado por el espacio, porque la belleza puede tocar en todos lo que es universal -sobre todo la sed de Dios- superando las fronteras de las lenguas y las culturas. Si es auténtico, el artista es capaz de hablar de Dios mejor que nadie, de hacer percibir su belleza y su bondad, de «llegar al corazón humano y hacer resplandecer en él la verdad y la bondad del Señor resucitado» (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 167).
La Iglesia necesita del arte
Como decía San Juan Pablo II en su Carta a los Artistas, que os invito a releer con atención, «para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia necesita el arte. Debe, en efecto, hacer perceptible y, de hecho, en la medida de lo posible, fascinante el mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios. Por lo tanto, debe transferir a fórmulas significativas lo que es en sí mismo inefable. Ahora, el arte tiene su propia capacidad para captar uno u otro aspecto del mensaje, traduciéndolo en colores, formas y sonidos que siguen la intuición del espectador o del oyente.
Os exhorto, pues, a que, al cultivar vuestro arte, os dirijáis a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, cuidando siempre de que haya cierta comprensión por su parte, pues un arte incomprensible y hermético fracasa en su propósito. Intenta tocar lo mejor de ellos. La Iglesia cuenta hoy con vosotros para ayudar a nuestros hermanos y hermanas a tener un corazón sensible y compasivo, una mirada renovada de amor sobre el mundo y sobre los demás.
La misión del artistas es necesaria en este contexto de la historia
En el difícil contexto actual que conoce el mundo, en el que el desconcierto y la tristeza parecen a veces tener la sartén por el mango, su misión resulta más necesaria que nunca, porque la belleza es siempre una fuente de alegría, que nos pone en contacto con la bondad divina. Si hay belleza, es porque Dios es bueno y nos la da. Y esto nos da alegría, nos tranquiliza, nos hace bien. Contacto con «la belleza nos eleva, siempre, la belleza nos hace ir más allá». Despertando y sosteniendo la fe, «es un camino para ir al Señor» (Audiencia General, 5 de enero de 2022).
Os doy las gracias por el trabajo que hacéis, por la alegría que dais al mundo con vuestras obras, y os animo, una vez más, a continuar vuestro servicio con amor y competencia, porque el mundo necesita la belleza más que nunca. Que la Virgen María os introduzca cada vez más en el misterio de Dios y que el Espíritu Santo os inspire: no olvidéis invocarlo. Rezo por ti y te bendigo; tú también, por favor, reza por mí. Gracias.