El Papa se reunió con los participantes del Sínodo Patriarcal de los Obispos de la Iglesia Greco-Melquita Católica. Foto: Vatican Media

“Lo que tengan que decirse, díganselo a la cara, como hombres”, dice el Papa a obispos greco-melquitas

Papa Francisco recibió en audiencia a obispos greco-melquitas en el Vaticano y les dio un discurso en el que trató, entre otros temas, también el de la crítica.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.06.2022).- Este lunes 20 de junio el Papa recibió en audiencia especial en el Vaticano a los participantes en el Sínodo Patriarcal de los Obispos de la Iglesia Greco-Melquita Católica.

La Iglesia católica Greco Melquita es una de las 24 iglesias que forman parte de la Iglesia católica. Este rito en particular se caracteriza por el empleo del griego y el árabe y su sede patriarcal está en Damasco. Hay aproximadamente más de 1,5 millones de católicos de este rito.

Al inicio de la audiencia el Papa contó una experiencia que tuvo con uno de los obispos greco-melquitas en Buenos Aires (mons. Georges Kahhale) a propósito de la situación de un sacerdote de ese rito en aquellas tierras. Sobre ese obispo el Papa aplaudió que “En primer lugar, aprendió enseguida el idioma: espero que su sucesor hable español, porque no se puede ser obispo de un pueblo que habla otro idioma. Es una pena que no esté aquí”. A continuación contó la anécdota: “tuvimos un problema ahí, con un cura, en Buenos Aires, y fue enérgico en la solución, pero muy pastoral, muy bueno en la forma de buscarla. Cuando lo vi, me alegré y por eso quiero dar este testimonio ante todos ustedes”.

Recordando que los obispos greco-melquitas pidieron tener su encuentro en Roma el Papa dijo: “Habéis pedido poder celebrar vuestra convocatoria anual en Roma, ante las tumbas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y ante las de muchos mártires que dieron su vida en fidelidad al Señor Jesús. Necesitamos su intercesión, para que también en nuestro tiempo, en sociedades que algunos análisis califican de «líquidas», con vínculos ligeros que multiplican la soledad y el abandono de los más frágiles, la comunidad cristiana tenga el valor de dar testimonio del nombre de Cristo, autor y perfeccionador de nuestra fe. Entre los Sucesores de Pedro hay también algunos nacidos en Siria, y esto nos hace sentir, por una parte, el aliento católico de la Iglesia de Roma, llamada a presidir en la caridad y a tener el sollicitudo Ecclesiarum omnium, y por otra parte, nos hace ir como peregrinos a la tierra donde algunos de vosotros, empezando por el Patriarca Youssef, sois Obispos: la amada y atormentada Siria”.

A continuación, el Papa recordó Siria, cuna de este rito de la iglesia católica: “Los dramas de los últimos meses, que tristemente nos obligan a volver la mirada hacia el este de Europa, no deben hacernos olvidar lo que ocurre en su tierra desde hace doce años. Recuerdo, en el primer año de mi pontificado, cuando se preparaba un bombardeo sobre Siria, que convocamos una noche de oración, aquí, en San Pedro, así que también estaba el Santísimo y la plaza llena, rezando. También había algunos musulmanes, que habían traído su alfombra y estaban rezando con nosotros. Y ahí nació esa expresión: “La querida y atormentada Siria”. Miles de muertos y heridos, millones de refugiados en el país y en el extranjero, la imposibilidad de iniciar la necesaria reconstrucción. En más de una ocasión me encontré y escuché la historia de algún joven sirio que había llegado aquí, y me impresionó el drama que llevaba dentro, por lo que había vivido y visto, pero también por su mirada, casi agotada de esperanza, incapaz de soñar con un futuro para su tierra. No podemos permitir que ni siquiera la última chispa de esperanza se aleje de los ojos y los corazones de los jóvenes y las familias. Por ello, renuevo mi llamamiento a todos los que tienen responsabilidades, dentro del país y en la comunidad internacional, para que se encuentre una solución justa y equitativa al drama de Siria”.

Sobre el ministerio de los obispos greco melquitas el Papa les dijo que están a llamados a preguntarse “cómo dais, como Iglesia, vuestro testimonio: heroico sí, generoso, pero siempre necesitado de ser puesto a la luz de Dios para que sea purificado y renovado. Ecclesia semper reformanda. Sois un Sínodo, por las características que se os han reconocido como Iglesia Patriarcal, y es necesario que os interroguéis sobre el estilo sinodal de vuestro ser y actuar, según lo que he pedido a la Iglesia Universal: vuestra capacidad de vivir la comunión de oración e intención entre vosotros y con el Patriarca, entre los Obispos y los sacerdotes y diáconos, con los religiosos y religiosas, y con los fieles laicos, formando todos juntos el Santo Pueblo de Dios”.

El Papa compartió la preocupación de los obispos greco melquitas por los cristianos de Medio Oriente y a continuación habló de la grey greco-melquita extendida por el mundo con estas palabras: “desde hace décadas la presencia de la Iglesia melquita tiene una dimensión mundial. El Patriarca me pidió que ordenara obispos de tantos lugares: hay eparquías en Australia y Oceanía, en Estados Unidos y Canadá, en Venezuela y Argentina, por nombrar sólo algunas; y también hay muchos fieles en Europa, aunque todavía no han tenido la oportunidad de unirse en circunscripciones eclesiásticas propias. Esto representa sin duda un reto, eclesial pero también cultural y social, no exento de dificultades y obstáculos. Al mismo tiempo, es también una gran oportunidad: la de permanecer arraigados en vuestras propias tradiciones y orígenes, al tiempo que os abrís a la escucha de los tiempos y lugares en los que estáis dispersos, para responder a lo que el Señor pide hoy a vuestra Iglesia”.

Finalmente, el Papa exhortó a los obispos “a ejercer vuestras competencias con sabiduría: sé que en algunas Iglesias orientales se está reflexionando sobre el papel y la presencia de los obispos eméritos, especialmente de los mayores de ochenta años, que en algunos Sínodos son un número considerable. Otro capítulo es el de las elecciones de Obispos, para el que os ruego que reflexionéis siempre bien y recéis al Espíritu Santo para que os ilumine, preparando adecuadamente y con mucha antelación el material y la información sobre los distintos candidatos, superando cualquier lógica de partidismo y equilibrios entre las Órdenes Religiosas de origen. Os exhorto -y os agradezco vuestro empeño en ello- a hacer brillar el rostro de la Iglesia, que Cristo compró con su Sangre, apartando las divisiones y las murmuraciones, que no hacen más que escandalizar a los pequeños y dispersar el rebaño que se os ha confiado. En esto me detengo: cuidado con el chisme. Por favor, nada. Si uno tiene algo que decir a otro, dígaselo a la cara, con caridad, pero a la cara. Como los hombres. Puede decírselo a la cara, puede decírselo a la cara frente a los demás: corrección fraterna. Pero nunca hables mal del otro con otro, eso no se hace. Esta es una carcoma que destruye la Iglesia. Seamos valientes. Veamos cómo Pablo le dijo muchas cosas en la cara a Santiago. También a Pedro. Y entonces se hace la unidad, la verdadera unidad, entre los hombres. Alejen todo tipo de chisme, por favor. Y entonces la gente se escandaliza: ¡mira a los curas, mira a los obispos, se despellejan unos a otros! Recomiendo: lo que tienen que decirse, a la cara, siempre”.

La traducción del original en lengua italiana fue realizado por el P. Jorge Enrique Mújica, LC, director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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