(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 01.10.2022).- El Papa Francisco envió un mensaje especial a los jóvenes que participantes en el Proyecto Ursilino del «Pacto Educativo Global». El Papa se valió de diferentes personajes de obras literarias para ejemplificar diversos puntos. Ofrecemos la traducción al español de la parte principal del mensaje, con encabezados y negritas añadidas por ZENIT:
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1º Saquen su belleza
Lo primero que quiero deciros, queridos jóvenes, es esto: ¡sacad vuestra belleza! No esa según las modas del mundo, sino la verdadera. En un mundo asfixiado por tanta fealdad, que traigan esa belleza que siempre les ha pertenecido, desde el primer momento de la creación, cuando Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y vio que era muy hermoso. Esta belleza debe ser difundida y defendida. Porque si es cierto, como decía el príncipe Myškin en «El idiota», de Dostoievski, que la belleza salvará al mundo, debemos estar atentos para que el mundo salve a la belleza. Para ello, les invito a firmar un «pacto global de belleza» con todos los jóvenes del mundo, porque no hay educación sin belleza. «No se puede educar sin inducir la belleza, sin inducir el corazón a la belleza. Forzando un poco la cuestión, me atrevería a decir que una educación no es eficaz si no sabe crear poetas. El camino de la belleza es un reto que hay que afrontar» (Discurso a los participantes en la conferencia «Educación: el pacto mundial», 7 de febrero de 2020).
La belleza de la que hablamos no es la que se pliega sobre sí misma, como Narciso que, enamorado de su propia imagen, acabó ahogándose en el lago donde se reflejaba. Ni de la belleza que se enfrenta al mal, como Dorian Gray que, al terminar el hechizo, se encontró con el rostro desfigurado. Hablamos de esa belleza que nunca se desvanece porque es un reflejo de la belleza divina: porque nuestro Dios es inseparablemente bueno, verdadero y bello. Y la belleza es uno de los caminos privilegiados para llegar a Él (cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 167).
2º Llamados a «hacer algo»
La segunda cosa que quiero decirte es sobre el hacer. La belleza que Jesús nos ha revelado es un esplendor que se comunica, que actúa; una belleza que se encarna para ser compartida; una belleza que no teme ensuciarse, desfigurarse para ser fiel al amor del que está hecha. Así que tú tampoco puedes quedarte «durmiendo en el bosque»: estás llamado a actuar, a hacer algo. La verdadera belleza siempre es fructífera, te empuja a salir de ti mismo y a ponerte en movimiento. Incluso la contemplación de Dios no puede detenerse en el disfrute de su visión, como pensaron los tres discípulos en el Monte Tabor en el momento de la Transfiguración de Jesús: «¡Qué hermoso es esto! Hagamos tres tiendas…» (cf. Mt 17,4). No, hay que bajar de la montaña y remangarse.
Por eso les deseo una sana inquietud en sus deseos e intenciones, esa inquietud que siempre empuja a caminar, a no sentirte nunca «llegado». No os aisléis del mundo encerrándoos en vuestras habitaciones -como los Peter Pan que no quieren crecer, o como los jóvenes hikikomori que tienen miedo de enfrentarse al mundo- sino sed siempre abiertos y valientes como Santa Úrsula, la «osita», que tuvo el valor de emprender un largo viaje con sus compañeras y se enfrentó intrépidamente a los ataques hasta el martirio. Sean también «ositos» que no huyen de sus responsabilidades. Si los jóvenes no cambian el mundo, ¿quién lo hará?
3º Cómo defender la belleza
Me dirás: sí, pero ¿cómo? Defendiendo la belleza marcada de tantos parias del mundo; estando abiertos a acoger a los demás, especialmente a los más vulnerables y marginados; viendo al otro que es diferente de mí no como una amenaza sino como una ventaja. Y también defender la belleza herida de la creación, proteger los recursos de nuestra casa común, adoptar estilos de vida más sobrios y respetuosos con el medio ambiente. A este respecto, os invito a leer, junto con vuestros compañeros, el mensaje que dirigí a los jóvenes reunidos en Praga en la «Conferencia de la Juventud de la Unión Europea» en julio de este año: estoy seguro de que también vosotros encontraréis en él nuevos estímulos para vuestro compromiso.
Traducción del original en italiano realizado por el director editorial de ZENIT.