Por: Benedetta Frigerio
(ZENIT Noticias – La Bussola Quotidiana / Roma, 16.10.2022).- «Si te sientes transgénero o no binario, puede que te des cuenta de que tu pubertad no se ajusta a tu identidad de género… este sentimiento puede causar malestar, ser aterrador y estresante. Si esto es lo que siente, no está solo». Así lo dice un anuncio de video-caricatura producido por el gigante de las clínicas abortistas estadounidenses, Planned Parenthood, dando a entender que «no estás sola» y que sólo recibirás ayuda cuando estés dispuesta a dejarte acompañar por este malestar en una dirección: la de perseguir una imagen de ti mismo totalmente ajena a la real.
En el anuncio, de hecho, no se propone a los jóvenes comprender el motivo de su malestar, sino sólo abrazarlo hasta que se vuelva dominante, entablando así una lucha feroz contra su propio cuerpo, hecho de píldoras y de bisturí. El narrador continúa: «Hay medicamentos que se pueden tomar durante un periodo determinado, se llaman inhibidores de la pubertad. Son seguros y están pensadas para darte tiempo a descubrir lo que te parece correcto». Por lo tanto, no se trata de entender lo que es correcto, sino lo que se «siente» correcto. Y da igual que se trate de decisiones que pueden determinar la vida de la persona que las toma para siempre. Así, un menor de edad no puede votar, ya que aún no es capaz de tomar decisiones en conciencia a largo plazo, pero hoy puede decidir desfigurarse. No importa que incluso el Colegio Americano de Pediatras haya explicado que estos inhibidores, al bloquear la producción normal de hormonas, pueden «dar lugar a enfermedades mentales, daños físicos permanentes (osteoporosis e infertilidad entre los más notorios)».
Uno tiene que preguntarse cómo se ha llegado a permitir que los niños tomen sustancias que podrían afectar a sus vidas para siempre, confirmándolas en la confusión rampante en Internet y en la cultura respecto a la sexualidad. También hay que preguntarse por qué varias clínicas, hospitales y médicos afirman, junto con la mayoría de los académicos y los medios de comunicación, que esta práctica ayuda a las personas a superar la injusticia de la naturaleza. Por último, ¿cómo es posible que los abusos masivos se presenten como una práctica compasiva? Ciertamente, el 24 de junio de 2022, con la anulación por parte del Tribunal Supremo de la sentencia Roe v. Wade de 1973, que convertía el aborto en un derecho federal, cientos de clínicas abortistas se encontraron fuera del negocio; pero la astucia que caracteriza a este negocio le ha permitido reinventarse, pasando de poner sus manos sobre las mujeres engañadas y sus bebés indefensos a ponerlas sobre los jóvenes más frágiles y confundidos por la mentira rampante.
Que el dinero y la ideología van de la mano también lo demostró Matt Walsh, del Daily Wire, que publicó unos vídeos de una supuesta clínica de «cambio de sexo» en Tennessee (ahora cerrada para ser investigada). En las imágenes, un médico admite que las cirugías para parecer del sexo opuesto al propio, a las que casi siempre conduce este proceso de inhibición hormonal, son «una enorme máquina de hacer dinero». Las «cirugías estrella» (una mastectomía puede costar hasta 40.000 dólares, recuerda Walsh), dice un cirujano plástico, son las que se hacen a jóvenes de entre 16 y 17 años. Hay que añadir que Planned Parenthood, en su página web, también recuerda que las hormonas para el cambio de sexo se pueden solicitar a partir de los 18 años «sin el asesoramiento de un especialista en salud mental». Mientras que hasta 200 clínicas estadounidenses, con el consentimiento de los padres, ofrecen inhibidores de la pubertad incluso a menores de 16 años, y luego continúan el proceso con inyecciones de hormonas hasta llegar a la extirpación de los pechos o los genitales.
La monstruosidad de lo que está ocurriendo ha llevado incluso a una veterana abortista, que trabajó durante años para Planned Parenthood, a dimitir denunciando que «los niños que se identifican como transexuales son vacas a las que hay que exprimir para obtener beneficios», aunque, recuerda, muchos de ellos «tenían problemas mentales» e «historias de abusos» detrás. Lo confirman las crecientes quejas de adultos que fueron engañados por trabajadores sanitarios de afirmación sexual cuando eran niños. Recientemente, un testimonio muy poderoso se ha añadido a los de los arrepentidos. Se trata de Chloe Cole, de 18 años, que a los 12 años empezó a tomar inhibidores de la pubertad para someterse a una mastectomía a los 15 años. Los padres, ante la confusión de la niña, fueron engañados por los especialistas que les dijeron: «¿Prefieren tener una hija muerta (suicida) o un hijo vivo?». En ese momento dieron su consentimiento para que se iniciara el proceso, sin saber que su hija había sido abusada por un varón, por lo que «los pechos me causaban molestias» y el sexo masculino le parecía «un lugar más seguro». Además, el acceso a Internet, donde esta ideología reinaba, la convenció de que la liberación del miedo pasaba por intentar parecerse a un hombre.
Hoy, Cole se ha dado cuenta del engaño y lamenta no poder seguir teniendo hijos ni amamantando. Por aquel entonces, recuerda al National Catholic Register, «no pensaba en la maternidad… sólo tenía 12 años». Por eso, advierte, «pasen tiempo con sus hijos, manténganlos alejados de la tecnología el mayor tiempo posible». Hazles saber que son amados y mantente conectado a sus sentimientos… si miras hacia otro lado aunque sea un segundo (la ideología) es muy contagiosa’. Basta pensar, continuó, en el cirujano de Miami Sidhbh Gallagher, que se anuncia en Tik-Tok: «Hay incentivos de dinero para los que hacen cirugías» de este tipo y «los cirujanos se llevan la mayor parte del dinero». Cole habla de «abuso» y «mutilación de los cuerpos de los niños», por lo que «los adultos tienen que adoptar una postura».
En efecto, ¿a qué adolescente, aunque esté herido y, por tanto, luche contra su propia sexualidad, no le gustaría encontrar a un adulto que, en lugar de complacerle obteniendo un beneficio, le ofrezca un camino para amarse a sí mismo y hacer las paces consigo mismo? ¿Quién, de estos pequeños, no está interesado en encontrar gente que le pregunte: ‘Estás confundido? ¿No puedes aceptar tu cuerpo? Vale, ¿pero sería más bonito poder quererse a uno mismo y descubrir que es un prodigio tal y como es, sin necesidad de ser diferente?» Estos adultos existen, están ocultos por la web y los medios de comunicación, pero buscándolos puedes.
Traducción del original en italiano realizado por el director editorial de ZENIT.