Entrega del Premio Ratzinger 2022. Foto: Vatican Media

Las cariñosas y emotivas palabras de Papa Francisco sobre Benedicto XVI al entregar premio Ratzinger

Un jesuita y el primer judío en ser premiados con el Premio Ratzinger de teología. En su discurso el Papa Francisco se ha referido a Benedicto XVI con unas cariñosas y laudatorias palabras.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 04.12.2022).- Por la mañana del jueves 1 de diciembre, el Papa Francisco recibió en audiencia especial a los miembros de la «Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI», para la entrega del Premio Ratzinger 2022, que llega a su duodécima edición. La audiencia y premiación tuvo lugar en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Como habíamos reportado en otro momento, los ganadores del Premio Ratzinger 2022 son los profesores Michel Fédou y Joseph Halevi Horowitz Weiler.

Tras el saludo del Padre Federico Lombardi, Presidente de la Fundación, se procedió a la presentación de la semblanza de los premiados por parte de Su Eminencia el Card. Gianfranco Ravasi. Seguidamente el Papa Francisco entregó el premio y pronunció su discurso donde se expresó cariñosamente sobre el Papa emérito Benedicto XVI. Lo ofrecemos a continuación traducido al castellano.

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Mi bienvenida a todos. Le doy las gracias a Card. Ravasi y al P. Lombardi por sus palabras de introducción y presentación de las personalidades galardonadas con el Premio Ratzinger, a las que saludo con gran cordialidad: el Padre Michel Fédou y el Prof. Joseph Halevi Horowitz Weiler.

Estoy encantado de presidir la ceremonia de entrega de premios de nuevo este año. Como sabéis, no me faltan encuentros personales, fraternos y afectuosos con el Papa emérito. Además, todos sentimos su presencia espiritual y su acompañamiento en la oración por toda la Iglesia: esos ojos contemplativos que siempre muestra. Pero esta ocasión es importante para reafirmar que la contribución de su obra teológica y, en general, de su pensamiento, sigue siendo fecunda y operativa.

Recientemente hemos conmemorado el 60º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Como sabemos, Benedicto XVI participó personalmente en ella como experto y tuvo un papel importante en la génesis de algunos documentos; y luego fue llamado a liderar la comunidad eclesial en su aplicación, tanto al lado de San Juan Pablo II como en calidad de Pastor de la Iglesia universal. Nos ha ayudado a leer en profundidad los documentos conciliares, proponiendo una «hermenéutica de la reforma y la continuidad». Incluso muy recientemente, quiso subrayar cómo el Concilio ejerció su función crucial de forma duradera, ya que nos dio las directrices necesarias para reformular la cuestión central de la naturaleza y la misión de la Iglesia en nuestro tiempo (cf. Mensaje para el 10º Simposio Internacional de la Fundación Ratzinger, 7 de octubre de 2022).

Además del magisterio pontificio del Papa Benedicto, sus aportaciones teológicas se ofrecen de nuevo a nuestra reflexión a través de la publicación de la Opera Omnia, cuya edición en alemán está a punto de concluirse, mientras que las de otras lenguas siguen avanzando. Estas aportaciones nos ofrecen una sólida base teológica para el camino de la Iglesia: una Iglesia «viva», que nos ha enseñado a ver y a vivir como comunión, y que está en marcha -en synodos- guiada por el Espíritu del Señor, siempre abierta a la misión de anunciar el Evangelio y de servir al mundo en el que vive (cf. Homilía de Inauguración del Pontificado, 24 de abril de 2005; Última Audiencia Pública, 27 de febrero de 2013).

El servicio de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI se sitúa en esta perspectiva, en la convicción de que su magisterio y su pensamiento no se dirigen al pasado, sino que son fecundos para el futuro, para la aplicación del Concilio y para el diálogo entre la Iglesia y el mundo de hoy, en los campos más actuales y debatidos, como la ecología integral, los derechos humanos, el encuentro entre las diferentes culturas. Aprovecho también para animar a la colaboración con las Fundaciones Vaticanas que llevan el nombre del Beato Juan Pablo I y de San Juan Pablo II, para que se promueva la memoria y la vitalidad del mensaje de estos tres Pontífices en unión de propósitos en la comunidad eclesial.

Hoy nos reunimos para reconocer a dos eminentes personalidades por la notable labor que han realizado en sus respectivos campos de estudio y enseñanza. Son campos diferentes, pero ambos cultivados por Joseph Ratzinger y considerados por él de vital importancia.

El padre Michel Fédou -como hemos escuchado en la introducción- es un maestro de la teología cristiana. En su vida, dedicada al estudio y la enseñanza, ha profundizado especialmente en las obras de los Padres de la Iglesia de Oriente y Occidente, y en el desarrollo de la cristología a lo largo de los siglos. Pero su mirada no se cerró al pasado. El conocimiento de la tradición de la fe alimentó en él un pensamiento vivo, capaz también de abordar cuestiones actuales en el ámbito del ecumenismo y las relaciones con otras religiones. En él reconocemos y rendimos homenaje a un digno heredero y continuador de la gran tradición de la teología francesa, que ha dado a la Iglesia maestros de la talla del padre Henri De Lubac y empresas culturales sólidas y valientes como las Sources Chrétiennes, cuya publicación comenzó hace ochenta años. Sin la contribución de esta teología francesa, la riqueza, la profundidad y la amplitud de la reflexión de la que se nutrió el Concilio Vaticano II no habría sido posible, y debemos esperar que siga dando sus frutos a largo plazo.

El profesor Weiler es la primera personalidad de la religión judía que recibe el Premio Ratzinger, que hasta ahora se había concedido a estudiosos pertenecientes a distintas confesiones cristianas. Estoy realmente feliz por esto. En un momento difícil, en el que esto ha sido cuestionado, el Papa Benedicto afirmó con firmeza y orgullo que «un objetivo de su trabajo teológico personal había sido desde el principio compartir y promover todos los pasos de reconciliación entre cristianos y judíos dados desde el Concilio» (Carta a los Obispos de la Iglesia Católica, 10 de marzo de 2009). Las ocasiones en las que ha perseguido esta intención durante su pontificado han sido muchas; no es el caso de enumerarlas aquí. Por mi parte, he continuado en la misma línea, con nuevos pasos, en el espíritu de diálogo y amistad con los judíos que siempre me ha animado durante mi ministerio en Argentina.

La sintonía entre el Papa emérito y el profesor Weiler se refiere en particular a cuestiones de importancia sustancial: la relación entre la fe y la razón jurídica en el mundo contemporáneo; la crisis del positivismo jurídico y los conflictos generados por una extensión ilimitada de los derechos subjetivos; la comprensión adecuada del ejercicio de la libertad religiosa en una cultura que tiende a relegar la religión a la esfera privada. El Papa Benedicto siempre ha considerado que estas cuestiones son fundamentales para el diálogo de la fe con la sociedad contemporánea. Y el profesor Weiler no sólo ha realizado estudios en profundidad sobre ellos, sino que también ha tomado posiciones valientes, pasando, cuando ha sido necesario, del plano académico al de la discusión -y podríamos decir del «discernimiento»- en la búsqueda del consenso sobre los valores fundamentales y la superación de los conflictos por el bien común. Que en esto los creyentes judíos y cristianos puedan encontrarse unidos es un signo de gran esperanza.

Estos premios, por lo tanto, además de representar un merecido reconocimiento, ofrecen la indicación de líneas de compromiso, estudio y vida de gran trascendencia, que despiertan nuestra admiración y exigen ser propuestos a la atención de todos.

Renuevo mis felicitaciones a los distinguidos premiados y les deseo lo mejor en la continuación de sus esfuerzos. Invoco de corazón la bendición del Señor sobre ellos, sobre sus familias y amigos, sobre los miembros y colaboradores de la Fundación Ratzinger y sobre todos los presentes. Y les pido, por favor, que recen por mí. Gracias.

Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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