Por: Jaime Rodríguez, LC
(ZENIT Noticias/ Madrid, 06.01.2023).- «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él!». Estas palabras, escritas por el Cardenal Joseph Ratzinger y leídas en el Via Crucis del Viernes Santo de 2005, resonaron en el Coliseo, en la urbe y en todo el orbe cristiano. «La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos».
Es posible que, al redactar estas dramáticas palabras, el futuro Papa tuviera en su corazón el dolor causado por la doble vida de Marcial Maciel, fundador y hasta hacía pocos meses director general de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi. Conocía bien el caso, porque a finales de 2004, a norma del motu propio Sacramentorum sanctitatis tutela, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe había autorizado una investigación canónica sobre las acusaciones contra Maciel y la encomendó a Mons. Charles Scicluna, Promotor de Justicia.
Mientras, San Juan Pablo II afrontaba el último trecho de su larga enfermedad, para morir el 2 de abril de 2005. Una vez elegido Sumo Pontífice, el Papa Benedicto XVI recibió las conclusiones de esta investigación y en marzo de 2006 aprobó personalmente la decisión de sancionar a Maciel a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público.
Asimismo, reformó las Constituciones de la Congregación para suprimir el llamado «voto de caridad», que impedía criticar cualquier decisión o a la persona de los superiores, e introdujo reformas en el gobierno y en la formación para salvaguardar el derecho a la intimidad de la conciencia (foro interno). Estas decisiones fueron aceptadas con obediencia por las autoridades de la Congregación, pero no comprendidas ni explicadas adecuadamente, provocando gran perplejidad y desatando una crisis de confianza, que se fue acrecentando con el tiempo.
El progresivo descubrimiento de la doble vida del fundador, que falleció el 30 de enero de 2008, y que incluía abusos sexuales a menores, abusos de conciencia y de poder, actos inmorales con hombres y mujeres adultos, adicción a drogas y plagio de escritos, provocó un desconcierto general. La crisis fue tan seria, que el Papa Benedicto vio necesario intervenir con firmeza, anunciando el 10 de marzo de 2009 la realización de una Visita Apostólica, «para que, a través de la verdad y la esperanza, en un clima de diálogo fraterno y constructivo» se pudieran superar las objetivas «dificultades existentes».
Concluida la Visita Apostólica, y tras anunciar el nombramiento de un Delegado Pontificio para gobernarlos en su nombre, el Papa Benedicto les aseguró que no se quedarían solos porque la Iglesia tenía «la firme voluntad de acompañarles y de ayudarles en el camino de purificación que les espera». Se dirigió con gratitud a las víctimas de abusos sexuales y de poder por haber tenido «la valentía y la constancia de exigir la verdad».
Concluyó exhortando a los legionarios y a los demás miembros del Regnum Christi a «no perder de vista que su vocación, nacida de la llamada de Cristo y animada por el ideal de dar testimonio de su amor en el mundo, es un auténtico don de Dios, una riqueza para la Iglesia, el fundamento indestructible sobre el que construir su futuro». En noviembre de 2010, se publicó el libro entrevista Luz del mundo. Una Conversación con Peter Seewald, en el que se refirió a Maciel como una «figura enigmática» y como un «falso profeta». Al mismo tiempo señalaba que en la comunidad de los legionarios había «muchas personas jóvenes que quieren servir con entusiasmo a la fe», y que era «necesaria una estructura nueva» para que los jóvenes «no caigan en la nada».
Y concluía: «A esos jóvenes hay que darles un nuevo aliento». En enero de 2014, después de más de tres años de renovación bajo la guía del Cardenal Velasio De Paolis, el Capítulo General de los Legionarios reconocía con tristeza la incapacidad inicial de creer los testimonios de las personas que habían sido víctimas del Padre Maciel, el largo silencio institucional, los titubeos y errores de juicio a la hora de informar. Pidieron perdón por todas las deficiencias que habían aumentado el dolor y desconcierto de muchos. Dirigieron una palabra especial de gratitud a Benedicto XVI: «Nuestra Congregación religiosa habría podido desaparecer si no nos hubieran acompañado la misericordia de Dios y la solicitud materna de la Iglesia, expresada a través de las intervenciones decididas de Su Santidad Benedicto XVI».
El camino de purificación concluyó estructuralmente en 2019, con la aprobación por parte de la Santa Sede de la Federación Regnum Christi, confirmando que Legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos son una familia espiritual y un cuerpo apostólico, con una misión y carisma común, llamados a hacer presente el Reino de Cristo. Benedicto XVI, el simple y humilde trabajador en la viña del Señor, será recordado con gratitud por los miembros del Regnum Christi por haber sido también un pastor prudente y responsable, que supo conciliar la energía con la suavidad, suaviter in modo et fortiter in re, según la célebre frase de Quintiliano, y favorecer así un nuevo aliento de vida.
El autor es Sacerdote de la congregación de los Legionarios de Cristo y actualmente es capellán en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid.