(ZENIT Noticias – Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia / Valencia, 11.01.2023).- Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nunca sabremos cuántas personas han muerto como consecuencia de la COVID-19 en todo el mundo. Un reciente estudio publicado en Nature recoge datos ofrecidos por esta organización, llamando la atención en primer lugar las enormes discrepancias que existen en cuanto a las estimaciones del exceso de mortalidad. Calcular estas cifras de una manera exacta es muy difícil, explica el estudio. Uno de los motivos es que muchos países no recopilan ni publican datos de mortalidad, por lo que las cifras deben extrapolarse de los valores regionales o de las estimaciones de las encuestas que se realizan.
Tres veces mayor
El estudio señala que entre 2020 y 2021 se produjeron unos 14,83 millones de muertes asociadas a la COVID-19 en todo el mundo.
Según la OMS, la cifra de fallecimientos por COVID-19 podría ser tres veces mayor de lo que pensamos, siendo la responsable de la muerte de cerca de 15 millones de personas en todo el mundo, es decir, estaríamos hablando de 2,74 veces más muertes que los 5,42 millones notificados hasta ahora. Estos estudios concluyen que el exceso de mortalidad fue de 4,47 millones en 2020 y de 10,36 millones en 2021. Según esta misma fuente, se cree que las muertes por enfermedad coronaria fueron de alrededor de 8,9 millones en 2019.
Enrique Acosta del español Centro de Estudios Demográficos, afirma que cuatro de cada cinco muertes excesivas se produjeron en países de renta media, y algunos de los más afectados fueron los de América Latina.
Hay que destacar que en estas muertes también se incluyen aquellas relacionadas indirectamente con la pandemia, como las provocadas por enfermedades que no se han podido atender debidamente durante este tiempo por los sistemas sanitarios de salud.
Como ya destacó el Observatorio de Bioética en uno de sus informes, “la ausencia de transparencia en el manejo de la información relacionada con la pandemia de la COVID-19 constituye un grave atentado a la dignidad de las personas, que tienen derecho a ser informadas veraz y puntualmente sobre un tema tan trascendente sobre su salud”.