Por: Luis Santamaría del Río
(ZENIT Noticias – Porta Luz / Madrid, 15.02.2023).- Cuando se habla del fenómeno de las sectas y de la ayuda a sus víctimas, siempre se piensa en los psicólogos en primer lugar. Es normal, porque el daño –o, mejor dicho, los daños en plural– que provocan estos grupos a sus adeptos precisa de un largo y paciente proceso de recuperación para restaurar la salud mental de la persona.
Pero hay un ámbito que no puede olvidarse: y es que el nocivo influjo de las sectas -la pertenencia a ellas- implica daños de índole espiritual. Por muy poco religioso que pueda parecer un movimiento que ejerce la persuasión coercitiva sobre sus seguidores, este abuso incluye lo relativo al sentido trascendente de la vida, a las esperanzas, a los fundamentos de la existencia.
Al respecto, la experta norteamericana en sectas Carol Giambalvo, recién fallecida, escribió hace una década una carta abierta dirigida al clero, que ha tenido una cierta difusión en inglés, en los ámbitos de ayuda a los afectados por las sectas, pero cuyo contenido fundamental ofrece por primera vez, en castellano, Portaluz. Una misiva que pretende indicar tanto a los sacerdotes católicos como a los ministros de otras confesiones religiosas «cómo ayudar a ex miembros de grupos abusivos».
¿Quién era Carol Giambalvo?
El pasado 2 de diciembre de 2022 falleció en Florida la autora de dicha carta, Carol Giambalvo, a los 79 años. Fue una de las pioneras en la información y prevención sobre el fenómeno sectario en los Estados Unidos. Todo comenzó en 1978, cuando su hijastra fue captada por la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna (secta cuyos adeptos son conocidos popularmente como «los Hare Krishna»).
Desde entonces, dedicó su tiempo y esfuerzo a investigar las sectas y divulgar información sobre ellas, convirtiéndose en una consultora sobre la llamada «reforma del pensamiento», con una gran actividad que incluía conferencias en escuelas secundarias, organizaciones cívicas e iglesias.
Estuvo vinculada a una de las principales entidades dedicadas al fenómeno de las sectas a nivel mundial: la International Cultic Studies Association (ICSA), en la que tuvo cargos directivos. También contribuyó a fundar reFOCUS, una red estadounidense de ayuda a exadeptos de sectas.
Algunas consideraciones previas
Giambalvo comienza su carta contando: «he recibido consultas de clérigos sobre cómo ayudar a exmiembros cuando acuden a ellos. También he recibido comentarios de exmiembros de que el clero no parece saber cómo ayudarlos». Considera importante un enfoque que tenga en cuenta lo trascendente al confesar sus propias «luchas personales al abordar cuestiones espirituales y religiosas».
Lo primero que debe quedar claro, según la experta, es que «la gente no se une a las sectas. Son engañados y reclutados a propósito. La mayoría se encuentra en algún tipo de etapa normal de transición humana en la vida, como dejar la escuela secundaria para ir a la universidad, dejar la universidad por el ‘mundo real’, experimentar la ruptura de una relación o matrimonio, perder un trabajo, mudarse a una nueva ubicación» …
En este contexto vital peculiar, aparece un grupo cuyos integrantes «parecen ser las personas más maravillosas del grupo más maravilloso con las metas más maravillosas que les muestran amor, aceptación y un “propósito superior”». En este momento, Carol Giambalvo avisa sobre un prejuicio infundado: no podemos pensar que sólo entran en las sectas sujetos con problemas familiares previos, por ejemplo.
Porque, en realidad, «las sectas no quieren gente con problemas. Quieren personas brillantes, dedicadas, idealistas y enérgicas para recaudar dinero, hacer el trabajo del grupo y reclutar gente nueva».
Comprensión, escucha y amor
«Anímelos a obtener información que los ayude a comprender lo que les sucedió en el grupo y ayudarlos a recuperarse», es la primera pista concreta que da, ya que para los exadeptos es difícil entender lo que han vivido, una vez que están fuera. Junto a esto, recomienda a los clérigos lo siguiente: «comprenda que tendrá que ganarse su confianza: un grupo que parecía bueno ha violado gravemente su confianza».
Giambalvo explica que las víctimas de las sectas «a veces pueden ‘saltar’ (reaccionar a la defensiva) por palabras que estaban ‘cargadas’ en el grupo», como en los casos del «uso de algunas escrituras que el grupo tergiversó y enfatizó» (podría ser la misma Biblia) o «incluso algunos himnos que se cantaban en el grupo», o dinámicas normales en otros contextos, pero que se pueden asociar a su vivencia traumática en la secta. Es algo habitual que deben comprender los ministros de la Iglesia.
También hay que comprender que, en muchas ocasiones, «es posible que no quieran compartir su historia», ya que «necesitan establecer límites personales saludables» que se deben respetar en la relación de ayuda. Las sectas «construyen límites poco saludables entre los miembros y el mundo ‘exterior’, derriban sus límites saludables y los alientan a desnudar sus almas y confesarlo todo a otros miembros y líderes del grupo». Por eso «se necesita tiempo para restablecer sus límites saludables después de su salida».
Otras pistas útiles son escuchar a los exadeptos cuando necesiten hablar, y darles tiempo para que puedan hacer oír su voz. Además, la experta añade lo siguiente: «anímelos a hacer preguntas y hágales saber que está bien estar en desacuerdo». Y recuerda algo fundamental en la actitud del pastor: las personas que han abandonado una secta «necesitan respeto y amor mientras luchan con sus problemas de recuperación».
Las claves del sufrimiento vivido
¿Cuáles son esos problemas de recuperación a los que alude Carol Giambalvo? ¿Qué traumas vive una persona que ha estado en una secta? Desde su experiencia de varias décadas, se refiere en primer lugar a una profunda crisis de identidad. En efecto, el exadepto se pregunta: ¿quién soy yo? ¿En qué creo?
También son comunes los «sentimientos de estar desconectado» o, dicho de otro modo, «una sensación de falta de propósito» en la vida. Junto a ello, la vivencia de un duelo que tiene un carácter múltiple: «por la gente que dejé atrás», por haber perdido la razón de vivir, haber perdido la pertenencia a un grupo, haber perdido aquello a lo que renunció para entrar al grupo y haber perdido la inocencia, entre otras cosas. Y además puede haber un sentimiento de enfado por lo vivido.
En este momento, Giambalvo reitera lo que tiene que ver con los límites: la necesidad de reconstruir límites saludables entre la persona y su entorno («creando un lugar seguro para sanar», aclara), «aprender que está bien no divulgar todo a todos; aprender cómo el grupo derribó los límites entre otros miembros/líderes del grupo y yo; aprender cómo el grupo construyó límites poco saludables entre el mundo exterior y yo».
Otros problemas importantes son los relativos a la confianza, y de esta forma debe ayudarse a la persona a «construir una relación antes de confiar en alguien», y así poder «desarrollar límites saludables». Se debe identificar el «pensamiento mágico» tan habitual en las sectas, que acaba «espiritualizando todo».
Muchas veces se pueden percibir en los exadeptos diversos síntomas de estrés postraumático, como ataques de pánico, sensación de flotación, existencia de elementos que funcionan como «disparadores», pesadillas, trastornos del sueño, incapacidad para tomar decisiones o para concentrarse, miedos sin fundamento real (por ejemplo, «el miedo a que el grupo tuviera razón cuando me dijeron que me pasaría algo malo si me iba») o la hipervigilancia.
Algo que deben tener en cuenta los sacerdotes es que los exadeptos de sectas suelen encontrar dificultades a la hora de establecer relaciones y a la hora de situarse ante figuras de autoridad, por la experiencia de manipulación que han vivido. Y en el terreno práctico, pero no menos importante, no debe olvidarse que muchos han vivido situaciones de subempleo (y podría añadirse que, a veces, en condiciones de esclavitud).
Desde el compromiso personal
Carol Giambalvo siempre fue consciente de la importancia del factor religioso en la experiencia sectaria, y lejos de considerar lo espiritual como algo negativo –actitud que toman algunos afectados por las sectas tras haber vivido una manipulación con ropaje de trascendencia–, se empeñó en abordar la recuperación desde un punto de vista que podría llamarse «pastoral» o del acompañamiento religioso.
Por eso, son muy prácticas estas pistas dirigidas de forma específica al clero. Algo que no supone unas lecciones externas, sino un verdadero compartir la propia experiencia de escucha y ayuda a afectados por el fenómeno sectario durante años. Así se dirigía la propia consultora estadounidense en su página web: a quienes «han formado parte de un programa de reforma del pensamiento, un grupo que fue psicológica o espiritualmente abusivo o una relación abusiva… quiero que sepan que no están solos».