(ZENIT Noticias – Terrasanta.net / Jerusalén, 24.02.2023).- La prensa israelí predijo un «lunes negro» y las multitudes no fallaron. Desde la mañana del 13 de febrero, las imágenes mostraban trenes y estaciones abarrotados. Casi 80.000 israelíes (100.000 según los organizadores) de todo el país se reunieron frente al edificio de la Knesset (el parlamento unicameral) en Jerusalén. Todos unidos para manifestarse contra una reforma de la justicia muy controvertida.
Los textos de las dos primeras medidas del paquete querido por la mayoría gubernamental se debatieron y aprobaron el 13 de febrero durante una sesión de la comisión parlamentaria de Constitución, Derecho y Justicia. Tras la luz verde en la comisión, pasan a la Asamblea, que las examinará en los próximos días. En caso de que no sean rechazados en primera lectura, el proceso legislativo normal es que vuelvan a una comisión y luego de nuevo al pleno para una segunda y tercera lectura. Si también se aprueban en tercera lectura, la legislación entrará en vigor con su publicación en el Diario Oficial.
Los dos primeros pilares de la reforma judicial
El primer proyecto, redactado por el presidente de la comisión, Simcha Rothman, impide al Tribunal Supremo pronunciarse sobre futuras enmiendas, introducidas por el poder legislativo, a las leyes fundamentales del país.
La segunda propuesta modifica la composición de la comisión que elige a los jueces e inclina la balanza a favor de la mayoría parlamentaria que expresa el gobierno: de los nueve miembros previstos, seis serán cargos políticos –entre ellos un representante de la oposición parlamentaria– y tres procederán de la judicatura. Para deliberar, la comisión ya no necesitará alcanzar un quórum de siete votos (y, por tanto, contar con el consentimiento de al menos uno de los representantes del poder judicial), sino que bastará con cinco.
Medidas futuras
Otras medidas para reformar el poder judicial llegarán en los próximos días. Todas ellas tienden a reducir los márgenes de maniobra del Tribunal Supremo respecto al poder legislativo, eliminando la posibilidad de examinar y declarar irrazonables, en determinados casos, los nombramientos de ministros (así ocurrió hace unos días con el líder del partido Shas, que fue nombrado ministro del Interior Aryeh Deri a pesar de sus recientes condenas penales) o de tener la última palabra sobre las normas introducidas por el poder legislativo y consideradas contrarias a las Leyes Fundamentales del Estado. Cabe recordar, a este respecto, que en el momento de la Independencia, en 1948, Israel no se dotó de una Constitución. En los años siguientes, la Knesset aprobó una serie de Leyes Fundamentales que prevalecen sobre las demás normas y regulan determinados ámbitos de la vida institucional y social de Israel.
Desde que se anunciaron a principios de enero 2023, estas intenciones del gobierno han generado reacciones acaloradas entre magistrados, políticos y juristas, pero también en la opinión pública (en Tel Aviv se celebran semanalmente multitudinarias concentraciones de protesta). Los tonos están sobrecalentados: junto a los que hablan de cambio de régimen y prevén un Estado más parecido a las actuales Hungría y Polonia, están los que denuncian la distorsión del equilibrio entre los poderes judicial y legislativo, cuando no incluso el advenimiento de una dictadura y los riesgos de «guerra civil»… Los opositores, desalojados de los puestos gubernamentales hace sólo unas semanas, están en las barricadas.
Ensayos de diálogo
El presidente de Israel, Isaac Herzog, intenta hacer de puente entre las distintas posiciones e insta a todos a encontrar la vía del diálogo para no desgarrar irremediablemente el tejido social y político del Estado judío.
El lunes por la noche, el ministro de Justicia, Yariv Levin, y el presidente de la Comisión Jurídica, Simcha Rothman, presentaron una «propuesta de diálogo» a los líderes de la oposición, Yair Lapid y Benny Gantz. El 15 de febrero, la coalición en el poder parece inclinarse por no dar largas al asunto y, al menos, ralentizar el ritmo de sus reformas.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT