(ZENIT Noticias / Roma, 29.03.2023).- El jesuita Hans Zollner comunicó este 29 de marzo su renuncia a la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, organismo de la Santa Sede que se ocupa de aconsejar al Papa en los temas relacionados con la salvaguarda y protección de menores y adultos vulnerables de abusos en la Iglesia. Zollner es considerado por algunos como uno de los principales especialistas en la materia. Por su interés, presentamos a continuación la comunicación del propio sacerdote jesuita.
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Después de servir como miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores durante los últimos nueve años, presenté mi renuncia, que fue aceptada el 14 de marzo de 2023.
Me gustaría dar las gracias al Presidente, a los miembros y al personal de la comisión, tanto pasados como presentes, que comparten la esperanza de construir una iglesia más segura. La protección de los niños y de las personas vulnerables debe estar en el centro de la misión de la Iglesia católica.
Esa era la esperanza que yo y muchos otros hemos compartido desde que la comisión se estableció por primera vez en 2014. Sin embargo, en mi trabajo con la comisión, he observado cuestiones que deben abordarse con urgencia y que me han imposibilitado seguir adelante. A lo largo de los últimos años, me ha ido preocupando cada vez más la forma en que la comisión, en mi percepción, ha ido alcanzando ese objetivo, en particular en los ámbitos de la responsabilidad, el cumplimiento, la rendición de cuentas y la transparencia.
Estoy convencido de que estos son principios que cualquier institución eclesiástica, y mucho más la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, está obligada a defender. Con respecto al cumplimiento, ha habido una falta de claridad en cuanto al proceso de selección de los miembros y el personal y sus respectivas funciones y responsabilidades. Otra área de preocupación es la de la responsabilidad financiera, que considero inadecuada. Es primordial que la comisión muestre claramente cómo se utilizan los fondos en su trabajo. Además, debe haber transparencia sobre cómo se toman las decisiones en la comisión.
Con demasiada frecuencia, no hay suficiente información y la comunicación con los miembros es vaga sobre cómo se toman determinadas decisiones. Por último, no conozco ningún reglamento que regule la relación entre la comisión y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, ya que la comisión se integró en el Dicasterio el pasado mes de junio. Son estas cuestiones estructurales y prácticas las que me han llevado a desvincularme de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores.
Tengo la intención de centrarme en mi nuevo papel como consultor de la Diócesis de Roma, así como director del Instituto de Antropología (IADC) en la búsqueda de hacer del mundo un lugar más seguro para los niños y las personas vulnerables a través de nuestros esfuerzos académicos y científicos. Sigo abierto a debatir sobre la Salvaguardia con la Comisión y espero que las cuestiones mencionadas puedan resolverse de manera sostenible.