(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 12.04.2023).- Desde el 11 de abril está en las librerías italianas un libro titulado «Exorcistas contra Satanás», un texto que ha llamado la atención ya que tiene una entrevista inédita con el Papa Francisco sobre el demonio.
Fabio Marchese Ragona, autor del libro, inicia la entrevista planteándole al Papa el caso de una monja poseída quien, en un momento de manifestación, dice a través del demonio que odia al Papa porque «siempre habla mal de mí». El entrevistador asegura que seguido de esa afirmación, el demonio confiesa: «¿Has visto cuántos problemas le creo?». Tras abordar el caso, Marchese pregunta al Papa cómo tomar esas afirmaciones, a lo que Francisco contesta:
«No conozco el caso personalmente y, por tanto, no puedo dar una valoración. Pero, ¿es realmente posible que yo moleste al diablo porque intento seguir al Señor y hacer lo que dice el Evangelio. Y eso le molesta. Al mismo tiempo se alegra ciertamente cuando cometo algún pecado. Él busca el fracaso del hombre pero no tiene esperanza si hay oración».
A continuación, el entrevistador pregunta al Pontífice si ha tenido trato directo con endemoniados. Y a ello dice el Papa Bergoglio:
«Cuando era Arzobispo de Buenos Aires tuve varios casos de personas que venían a mí diciendo que estaban endemoniadas. Los mandé a consultar a dos buenos sacerdotes “especialistas”: no son curanderos, sino exorcistas. Uno se llama Carlos Alberto Mancuso y fue exorcista en la Diócesis de La Plata. El otro era mi confesor, el Padre Nicolás Mihaljevic, un jesuita nacido en Croacia. Ambos me contaron después que de esas personas, sólo dos o tres eran realmente víctimas de posesión diabólica. Los demás sufrían de obsesión diabólica, que es una cosa muy distinta porque no tenían el diablo en el cuerpo. Hay que precisar esto».
Seguidamente le pregunta si ha practicado exorcismos alguna vez, a lo que Francisco reconoce que «No, nunca. Si ocurriera, pediría el apoyo de un buen exorcista, como hice como Arzobispo».
El entrevistador refiere rumores acerca de ataques demoniacos a Benedicto XVI, ataques que habría resistido, y recuerda que Pablo VI dijo en 1972 que el humo de Satanás había entrado en el templo de Dios por algunas grietas. Y entonces pregunta Marchese: ¿puede el diablo actuar también en el Vaticano y atacar al Papa? A eso contesta el Papa:
«Ciertamente, el diablo trata de atacar a todos, sin distinción, y trata de golpear especialmente a los que tienen más responsabilidad en la Iglesia o en la sociedad. También Jesús sufrió las tentaciones del diablo, y pensemos también en las de Simón Pedro, a quien Jesús dijo: “Apártate de mí, Satanás». Así también el Papa es atacado por el maligno. Somos hombres y él siempre intenta atacarnos. Es doloroso, pero ante la oración no tiene esperanza. Y también es verdad, como decía san Pablo VI, que el diablo puede entrar en el templo de Dios, para sembrar la discordia y enfrentar a unos contra otros: las divisiones y los ataques son siempre obra del diablo. Él siempre trata de insinuarse para corromper el corazón y la mente del hombre. La única salvación es seguir el camino indicado por Cristo».
La penúltima pregunta es si hay que tener miedo al Diablo, a lo que el Papa contesta: «Creo que hay demonios muy peligrosos, y hablo de los demonios “educados”. Jesús también habla de ellos, lo leemos en el Evangelio de Lucas: dice que cuando el mal espíritu es expulsado, vaga por el desierto buscando alivio. Pero llega un momento en que se aburre y vuelve a “casa”, de donde había sido expulsado, y ve que la casa está arreglada, es hermosa, tal como era cuando él estaba dentro».
A es respuesta del Pontífice le interpela finalmente Marchese sobre «¿Qué pasa en ese momento?». Y termina el Papa: «Va a buscar a otros demonios más malos que él, los trae, entran en la casa, educadamente, tocan el timbre, toman posesión educadamente. El alma, por no cuidarse de hacer examen de conciencia, no repara en ellos. O por tibieza espiritual los deja entrar. Estos son terribles. Porque te matan. Es la posesión más fea. La mundanidad espiritual cubre todas estas cosas. No hay escapatoria: el demonio o destruye de forma directa con guerras e injusticias o lo hace educadamente, de forma muy diplomática, como dice Jesús. Hace falta discernimiento».