(ZENIT Noticias / Lisboa, 04.08.2023).- Se llama Esther, es española y tiene 34 años. La tarde del viernes 4 de agosto ofreció su testimonio en la tercera estación del Viacrucis de los jóvenes con el Papa en Lisboa. Se trata de un testimonio inspirador y transformador de lo que la gracia de Dios hace en la vida de las personas. Lo ofrecemos a continuación:
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Me críe lejos de la iglesia pese a estar bautizada y haber hecho la comunión. Y a medida que crecí me fui perdiendo en el mundo. Con poco más de 18 años vivía como casada sin estarlo y tenía una relación muy dependiente que iba de mal en peor. Con 24 años, después de terminar de estudiar arquitectura, tuve un accidente que lesionó mi médula y empecé a vivir en una silla de ruedas.
Aquello fue muy duro y borró mis planes de futuro, pero con el tiempo descubrí que fue un regalo. Me sacó del ambiente donde estaba metida, me cambió la mirada y vi que no estaba viviendo bien. Me preocupaba mucho por el futuro, intentando huir del sufrimiento. Y todo lo intentaba conseguir sola, y es que no conocía a mi padre en el cielo, y no le conocería hasta años más tarde.
En aquellos años me cuido muchísimo a través de las personas de mi familia, los trabajadores en el hospital, me dio la pasión por el deporte que me impulsó a salir de casa, el trabajo que soñé y me fue llevando de la mano hasta conocer a Nacho, mi mayor regalo, el que sería mi marido.
Pero pronto aparecieron los problemas en nuestra relación, no sabíamos querernos solos y seguíamos creyendo en todas las cosas que nos decía el mundo.
Y cuando el Señor me regalo quedarme embarazada, debido a las dificultades y el miedo, rápidamente abortamos, pensando que así no sería persona. Y después de aquello, me quedé muy triste y sin ver sentido a nada, nunca había sentido tanto vacío. Algo había muerto dentro de mí. Pero el Señor en su infinita misericordia salió en mi busca.
Unos meses después sentí un amor tan grande, tan grande y tan inexplicable… que empezó a despertar mi conciencia. Y me confesé, por primera vez en mi vida, con un arrepentimiento profundo por tanto que había hecho sufrir a ese padre que tanto me amaba.
Fue enseñandome a vivir de otro modo y volví a la iglesia, donde sabía que siempre le encontraría. Entonces me regalo de nuevo un embarazo y esta vez si lo acogí agradecida. Y nació mi preciosa Elizabeth, a quien quiero con locura.
También surgieron nuevos problemas, yo estaba cambiando y Nacho no entendía nada. Cconocí los Cof, centros de orientación familiar, donde te ayudan en las dificultades.
Allí nos ayudaron a mejorar nuestra comunicación. Nacho se animó a ir a un retiro y cuando volvió mejoró más nuestra relación.
El 7 mayo de 2022 nos casamos y fue maravilloso recibir el sacramento sabiendo que el Señor estará cada día con nosotros para enseñarnos a amarnos.
Y seguimos pasando momentos de dificultad y teniendo problemas en el día a día pero sabiendo que todo tiene un sentido y que Él nos lleva de la mano, incluso en brazos cuando lo necesitamos.