(ZENIT Noticias / Roma, 28.08.2023).- La Civiltá Cattolica publicó este lunes 28 de agosto el contenido del coloquio del Papa con los jesuitas de Portugal celebrado en Lisboa durante la pasada Jornada Mundial de la Juventud. Una de las preguntas fue la realizada por un religiosos de nombre Francisco y giró en torno a una generalización de su experiencia del un «año sabático» en Estados. «Una cosa que me impresionó mucho ahí y que a veces me hizo sufrir un poco» –dice el jesuita–, «fue ver a tantos críticos del liderazgo de la Iglesia actual, incluso obispos». Y agregó: «Ellos acusan a los jesuitas, que normalmente son como una reserva crítica del Papa, y ahora ya no lo son». Y ante eso le pregunta: «¿siente la falta de la crítica jesuita respecto al Papa, al Magisterio, al Vaticano?».
El Papa entró directamente en su percepción de los Estados Unidos: «He comprobado que en los Estados Unidos la cosa no es fácil: hay una actitud reaccionaria muy fuerte, organizada, que estructura una pertenencia incluso afectiva. A estas personas quiero recordar que el «indietrismo» es inútil, y que es necesario comprender que existe una justa evolución en la comprensión de las cuestiones de fe y de moral, siempre que se sigan los tres criterios que ya indicaba Vicente de Lerins en el siglo V: que la doctrina evolucione ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate. En otras palabras, la doctrina también progresa, se consolida con el tiempo, se expande y se hace más firme, pero siempre progresando. El cambio se desarrolla desde la raíz hacia arriba, creciendo con estos tres criterios».
Al parecer lo apenas dicho le pareció poco concreto por lo que el Sumo Pontífice agregó inmediatamente: «Y vamos a lo concreto. Hoy es pecado tener bombas atómicas; la pena de muerte es pecado, no se puede practicar, y antes no era así; en cuanto a la esclavitud, algunos Pontífices anteriores a mí la toleraron, pero las cosas hoy son distintas. Así que se cambia, se cambia, pero con estos criterios. A mí me gusta usar la imagen «hacia arriba», es decir: ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate. Siempre en ese camino, que va desde la raíz con esa savia que va subiendo, y por eso el cambio es necesario».
Ante todo eso el Papa añadió que «Pero algunos se salen, van hacia atrás, son lo que yo llamo «indietristas». Es decir, cuando uno se va hacia atrás, forma algo cerrado, sin conexión con las raíces de la Iglesia, pierde la savia de la revelación. Si no cambias hacia arriba, te vas hacia atrás, y entonces tomas criterios de cambios de otro lado que no son los criterios que la misma fe te da para crecer y cambiar. Y los efectos en la moral son impresionantes. Los problemas que los moralistas tienen que ver hoy día son muy graves, y tienen que arriesgarse a cambiar y hacer las cosas, pero en este sentido».
Abordando el «año sabático» del jesuita que puso la cuestión al Pontífice, Francisco le señaló: «Tú has estado en Estados Unidos y dices que has experimentado un clima de cerrazón. Sí, creo que se puede experimentar este clima en algunas situaciones. Pero entonces se pierde la verdadera tradición y se acude a las ideologías en busca de un apoyo y sostén de cualquier tipo. En otras palabras, la ideología suplanta a la fe, la pertenencia a un sector de la Iglesia sustituye a la pertenencia a la Iglesia».
Papa Francisco puso en relación su percepción acerca de Estados Unidos con lo que sucedió en la Compañía de Jesús en la primera mitad del siglo pasado:
Yo quiero rendir homenaje al coraje de Arrupe. Arrupe se encontró con una Compañía que se había estancado, por decirlo de alguna manera. Fíjense que cuando el general Ledóchowski hace el Epítome… ¿saben lo que es el Epítome[4] los jóvenes? ¡Ni idea! Así duró el Epítome… El Epítome era una selección de Constituciones y Reglas, todo mezclado. Pero Ledóchowski, que era muy ordenado, con la mentalidad de la época, dijo: «voy a hacer esto para que los jesuitas tengan todo clarito lo que tienen que hacer». Y el primer ejemplar se lo mandó a un abad benedictino de Roma, del que era muy amigo, y este le contesta con un billetito: «con esto usted mató la Compañía».
En otras palabras, se formó la Compañía del Epítome, esa Compañía que yo viví en el noviciado, con grandes maestros, que ayudaban mucho, por supuesto, pero con ciertas cosas que fosilizaron la Compañía. Esa es la espiritualidad que recibe Arrupe, que tuvo el coraje de ponerla en movimiento. Algunas cosas se le fueron de las manos, era inevitable, como por ejemplo el asunto del análisis marxista de la realidad. Después tuvo que salir a precisar algunas cosas, pero fue un hombre que miró hacia delante. ¿Y con qué herramienta Arrupe enfrenta la realidad? Con los Ejercicios espirituales. En 1969 fundó el Centro Ignaciano de Espiritualidad. El secretario del centro, el p. Luis González Hernández, dio vueltas por todo el mundo dando Ejercicios y abriendo este nuevo panorama.
Finalmente, el Papa evidenció a los jesuitas más jóvenes presentes en el encuentro: “Ustedes, los más jóvenes, no han vivido esto, pero lo que dices de algunos sectores en los Estados Unidos me recuerda lo que vivimos con el Epítome, que generó una mentalidad rígida y cuadrada. Estos grupos estadounidenses de los que hablas, se van a aislar solos. Y en vez de vivir de doctrina, de la verdadera doctrina que siempre crece y da fruto, viven de ideologías. Entonces, cuando uno en la vida deja la doctrina para suplirla por una ideología, pierdes como en la guerra”.