(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 30.11.2023).- En el marco del tradicional intercambio de Delegaciones para las respectivas fiestas de los Santos Patronos, el 29 de junio en Roma para la celebración de San Pedro y San Pablo y el 30 de noviembre en Estambul para la celebración de San Andrés, el Cardenal Kurt Koch, Prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, encabezó la Delegación de la Santa Sede para la fiesta del Patriarcado Ecuménico. El Cardenal estuvo acompañado por los demás Superiores del Dicasterio, el Arzobispo Brian Farrell, LC, Secretario, y el Arzobispo Andrea Palmieri, Subsecretario. Se unió a la Delegación en Estambul el Nuncio Apostólico en Turquía, el Arzobispo Marek Solczyński.
La Delegación de la Santa Sede participó en la solemne Divina Liturgia presidida por el Patriarca Ecuménico, Su Santidad Bartolomé, en la Iglesia Patriarcal de San Jorge en el Fanar y mantuvo un encuentro con el Patriarca y conversaciones con la Comisión Sinodal encargada de las relaciones con la Iglesia católica.
El Cardenal Koch entregó al Patriarca Ecuménico un Mensaje autógrafo del Santo Padre, que leyó públicamente al término de la Divina Liturgia. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del mensaje del Papa al Patriarca Bartolomé:
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A Su Santidad Bartolomé
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca Ecuménico
Movido por sinceros sentimientos de afecto fraterno, y consciente de los profundos lazos de fe, esperanza y caridad que unen a las Iglesias hermanas de Roma y Constantinopla, te envío fervientes buenos deseos, querido Hermano en Cristo, con ocasión de la fiesta del Apóstol San Andrés, hermano de San Pedro y protokletos, celestial patrono y protector de la Iglesia de Constantinopla y del Patriarcado Ecuménico.
Extiendo asimismo mis saludos a los miembros del Santo Sínodo, al clero, a los monjes y monjas y a todos los fieles reunidos en la iglesia patriarcal de San Jorge en esta solemne ocasión.
La fiesta de hoy precede a la conmemoración de un acontecimiento verdaderamente histórico: el encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca ecuménico Atenágoras en Jerusalén, en enero de 1964. Aquel encuentro supuso un paso vital para romper la barrera de incomprensión, desconfianza e incluso hostilidad que había existido durante casi un milenio. Es digno de mención que hoy recordemos no tanto las palabras y declaraciones de aquellos dos pastores proféticos, sino sobre todo su cálido abrazo. En efecto, es muy significativo que este camino de reconciliación, de acercamiento creciente y de superación de los obstáculos que todavía impedían la plena comunión visible, haya comenzado con un abrazo, un gesto que expresa elocuentemente el reconocimiento mutuo de la fraternidad eclesial.
El ejemplo del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras nos muestra que todos los caminos auténticos para el restablecimiento de la plena comunión entre los discípulos del Señor se caracterizan por el contacto personal y el tiempo pasado juntos. Además, a través del diálogo amistoso, la oración común y la acción conjunta al servicio de la humanidad, especialmente de los afectados por la pobreza, la violencia y la explotación, los miembros de las distintas Iglesias llegan a descubrir cada vez más profundamente su confianza compartida en la providencia amorosa de Dios Padre, su esperanza en la venida del Reino inaugurado por Jesucristo y su deseo común de ejercitar la virtud de la caridad inspirada por el Espíritu Santo.
Con la ayuda de Dios, hemos podido continuar por el camino trazado por nuestros Venerados Predecesores, renovando muchas veces la alegría de encontrarnos y abrazarnos. A este respecto, me complace especialmente recordar nuestro reciente encuentro en Roma, y renuevo mi gratitud por vuestra participación en la Vigilia ecuménica de oración celebrada en vísperas de la apertura de la XVI Asamblea general del Sínodo de los obispos, dedicada al tema: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Vuestro apoyo personal y el del Patriarcado ecuménico, expresado también mediante la participación de un delegado fraterno en los trabajos de la Asamblea, son una gran fuente de aliento para la continuación fructífera del proceso sinodal en curso en la Iglesia católica.
En esta fiesta del Apóstol Andrés, roguemos fervientemente a Dios, nuestro Padre misericordioso, para que cese el clamor de las armas, que sólo trae muerte y destrucción, y para que los gobernantes y los responsables religiosos busquen siempre el camino del diálogo y de la reconciliación. Que los santos Apóstoles Pedro y Andrés intercedan por todos los pueblos y les obtengan los dones de la comunión fraterna y de la paz.
Amadísimo hermano en Cristo, renovándote de buen grado mis más fervientes buenos deseos, intercambio contigo un abrazo fraterno de paz en Cristo nuestro Señor.
Roma, San Juan de Letrán, 30 de noviembre de 2023
Traducción del original en lengua inglesa realizada por el director editorial de ZENIT.