(ZENIT Noticias – Oasis Center / Milán, 04.12.2023).- El conflicto y la precaria tregua entre Israel y Hamás han generado un amplio debate en la prensa árabe sobre la relación entre religión y guerra. Especialmente los «judíos extremistas» han sido objeto de acusaciones.
La escritora libanesa Najwa Barakat admite en Al-‘Arabi al-Jadid que «los árabes no sabemos mucho de sus costumbres y tradiciones». Una cosa, sin embargo, es cierta: «Israel se fundó sobre el concepto religioso de la Torá de que los judíos son el «pueblo elegido»», la premisa ideológica de la campaña de ocupación y desposesión de Palestina.
El mismo concepto es reproducido en tonos aún más fuertes por el diario libanés al-Nahar, que relaciona la ocupación de Palestina por el ejército israelí con ciertos elementos de la religión judía. La invasión, en efecto, «proviene del deseo de este dios -con minúscula- que prometió a su pueblo elegido la tierra prometida». Hamás, por su parte, ha emprendido una yihad por amor a Dios -con mayúscula- para liberar Palestina».
Pero el «fundamentalismo judío» no es la única manifestación de extremismo, hay otras tres: una suní, otra chií e incluso un «cristianismo evangélico». La presunta unión entre judíos sionistas y cristianos también está presente en un artículo de al-Sharq al-Awsat, que traza un identikit de los «nuevos sionistas»: la mayoría de ellos no son judíos, sino precisamente «fundamentalistas protestantes, evangélicos y extremistas» que, aunque contrastan con las posiciones de católicos y ortodoxos, son cada vez más influyentes y poderosos en los países anglosajones y germánicos, e incluso han contraído un «matrimonio de conveniencia» con la extrema derecha israelí.
Sin embargo, para Ghassan Salame, ex ministro libanés de Cultura y ex enviado de la ONU a Libia, entrevistado por al-Akhbar, hay que distinguir entre la opinión pública estadounidense y la europea: en el Viejo Continente, la posición antipalestina está ganando terreno debido a la combinación de la inmigración musulmana y las acusaciones de antisemitismo.
En Al Jazeera, el ulema Issam Talima explica el significado religioso de la tregua y lo que significa para el Eje de la Resistencia. La respuesta es simple y directa: sea corta o larga», explica el autor, «la tregua es en sí misma un éxito». El versículo 1 de la sura 48, conocida como la «sura de la Victoria», se cita para confirmarlo: «En efecto, os hemos concedido la Victoria señalada». Son las palabras reveladas a Mahoma inmediatamente después de que éste estipulara, en el año 628 d.C., el pacto de Hudaybiyya, es decir, una tregua (temporal) con la tribu meca de los Quaraysh, todavía de fe politeísta; un acuerdo que, de hecho, marcó la afirmación definitiva del Islam y de la autoridad del profeta. El paralelismo con la actualidad es evidente: para Hamás, la tregua conlleva «indicios de victoria inminente», simbolizados por la liberación de prisioneros y la reorganización militar del movimiento, aunque Talima admite que aún es pronto para hablar de «victoria total o definitiva».
Al-‘Arab destaca las visiones contrapuestas de dos organizaciones islámicas. Por un lado está la indonesia Nahdlatul Ulama, que «ha pedido una solución justa al conflicto dando prioridad al aflato religioso (que incluye los valores del amor, la misericordia, la fraternidad humana y la justicia)»; advierte a los musulmanes de que no utilicen la religión como arma para propagar el odio y la violencia.
En cambio, la mezquita-universidad egipcia de al-Azhar «ha apoyado la acción de la Resistencia palestina» emitiendo una fatwa en favor de Hamás, haciendo suya la lógica que presenta a toda la población israelí como corresponsable de los crímenes perpetrados contra los palestinos. Para el diario, esta «confusión de puntos de vista pone de manifiesto la necesidad de reformar la ley islámica de conformidad con el derecho internacional, privando a los milicianos de la posibilidad de determinar la legitimidad de la sharī’a». En este sentido, añade el periódico, «Hamás ha conseguido difuminar las líneas que dividen a los musulmanes moderados y extremistas».
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.