En 1988, el Congreso español aprobó la ley que regula la reproducción asistida Foto: Omniprex

España: más de medio millón de embriones están congelados

60.000 de esos embriones han sido abandonados por sus progenitores.

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(ZENIT Noticias / Madrid, 23.12.2023).- La Sociedad Española de Fertilidad informó que hay 668.082 embriones congelados en España, 60.000 de ellos abandonados por sus progenitores.

El informe declara que los nacimientos por reproducción asistida aumentaron un 33 % en España en 2021 tras el final de la pandemia, un aumento de 310% respecto a hace ocho años y u n crecimiento de 20% entre 2020 y 2021. 439 centros practican estas terapias de fertilidad. En el plano económico, su cifra de negocio no es desdeñable, ya que produjo 660 millones en 2021, según los datos aportados por el Observatorio Sectorial DBK.

En 1988, el Congreso español aprobó la ley que regula la reproducción asistida y las clínicas de fecundación in vitro (FIV) han acumulado embriones sobrantes en los bancos de almacenamiento. En 2021, se realizaron 165.453 ciclos de FIV y 33.818 inseminaciones artificiales.

Normalmente se generan entre ocho y doce embriones en cada ciclo de FIV, comenta Julio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, pues «generar e implantar solo un embrión a la larga sale muy caro si el proceso se malogra y hay que repetirlo, y reduciría las tasas de éxito que desean las clínicas para posicionarse en el mercado. Por ello, lo habitual es crear muchos embriones hasta que uno quede bien implantado. Los demás se dejan congelados en nitrógeno líquido». El resultado es que permanecen años o décadas hasta implantarlos: alguno con 20 años de vida.

«Las parejas que acceden a los procesos de FIV generalmente no reclaman estos embriones cuando ya consiguen tener un hijo», afirma Tudela, añadiendo que la ley obliga a mantenerlos al menos durante cuatro años. Si tras ese tiempo sus padres no los quieren, entonces quedan disponibles para la donación a otras parejas, algo muy poco común, o para la investigación científica.

Los embriones abandonados son un 10% de los embriones criopreservados, que generan un dilema ético y legal para los profesionales en medicina reproductiva. 45% de los embriones congelados se destinan a la reproducción de los donantes, 5% son donados a otras parejas, 18% se destina a la investigación y 18% se destruye. Algo más del 10% queda sin destino definido.

Tudela comenta que, en los laboratorios, «se les hacen algunas perrerías» para entender la evolución embrionaria o se les extraen células madre para tratamientos terapéuticos de regeneración celular. «Pero esta línea se está dejando de lado en favor de células adultas, lo cual redunda en una acumulación todavía mayor de embriones congelados sin salida».

La ley señala que el destino de los embriones abandonados queda como competencia de las clínicas, pero muchos embriones no reúnen los requisitos mínimos para ser donados a otras parejas y no se pueden destinar a proyectos de investigación porque son inexistentes. Tampoco se destruyen ante la posibilidad de que sean reclamados más tarde por los progenitores.

La FIV «crea problemas incluso a las propias clínicas, que ya se están manifestando abiertamente contra este almacenamiento ilimitado de embriones de los que nadie se hace cargo», indica Tudela y «tenemos ante nuestros ojos un problema enorme. Las conciencias están dormidas. Tiene que haber gente que diga que esto no está bien». Algunos investigadores apuestan por ir más allá de la ley, que otorga más protección a los embriones que a los que gestados por las embarazadas, los cuales, además, pueden ser abortados sin objeciones: piden deshacerse de estos embriones sin más consideraciones éticas. «Pero no se les puede matar. Hay que protegerlos a todos, estén en el seno de su madre o congelados en un tubo», observa Tudela.

¿Hay solución? El director del Observatorio de Bioética de Valencia sugiere una medida de urgencia: «Dejar de producir embriones». Ante cientos de miles ya existentes opina que «la única solución sería que algunas parejas los adoptaran para salvarles la vida. Pero la Iglesia se ha pronunciado con reservas ante esta posibilidad, porque de alguna manera se estaría justificando un proceso ilícito de producción de seres vivos». Otra línea sería «suspender su congelación y dejarlos morir, lo cual es una tragedia de dimensiones descomunales, causada por la normalidad con la que nos hemos acostumbrado a vivir esta situación».

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Rafael Llanes

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