(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 30.08.2024).- Por la mañana del viernes 30 de agosto, el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes en la Plenaria del Dicasterio para la Evangelización. El Dicasterio celebra un encuentro extraordinario en Roma para discutir el futuro de una de las universidades más conocidas de la Iglesia, dependiente del Vaticano, y donde se forman seminaristas y sacerdotes para las diócesis misioneras del mundo. Ofrecemos a continuación la traducción al español de las palabras del Papa:
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Saludo al cardenal Tagle y a todos ustedes, y les agradezco el servicio que prestan en estos días. Han venido a Roma desde todos los continentes para reflexionar sobre la identidad, la misión, las expectativas y el futuro de la Pontificia Universidad Urbaniana. Hay algún plan para «disolverla» con las demás universidades: no, esto no estará bien. Les felicito también por la modalidad sinodal que ha adoptado, recogiendo en primer lugar las aportaciones de las Conferencias Episcopales de los países de la jurisdicción del Dicasterio.
Quisiera también ofrecer algunas consideraciones al respecto, partiendo de la perspectiva con la que la Universidad Urbaniana responde a la autoridad y a la actividad del Dicasterio para la Evangelización, en la configuración establecida por la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. La Urbaniana tiene su propia identidad.
[Identidad y misión]
Me detendré en primer lugar en el binomio identidad-misión. La vocación de esta institución académica hace que su identidad haya coincidido siempre con su misión. La formación, la enseñanza, la investigación y la vitalidad de la Universidad forman parte del mandato que hemos recibido de anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos (cf. Mc 16,15) y su puesta en práctica nunca puede considerarse definitiva – ¡siempre en movimiento! -. Son dimensiones abiertas, que deben dejarse guiar constantemente por el soplo del Espíritu Santo que guía la historia y nos llama a interpretar los tiempos que vivimos. Y a hacerlo también con nuestros propios criterios.
La intuición y los valores fundacionales de la Institución siguen siendo siempre válidos, al igual que el recorrido de cuatrocientos años desde el antiguo Colegio Urbaniano hasta la Universidad Urbaniana. Es necesario, sin embargo, que este patrimonio se traduzca en respuestas adecuadas a los interrogantes que la realidad de hoy plantea a la Iglesia y al mundo: « Los estudios eclesiásticos no pueden limitarse a transmitir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, […] sino que deben adquirir la tarea urgente de elaborar herramientas intelectuales que puedan proponerse como paradigmas de acción y de pensamiento, y que sean útiles para el anuncio en un mundo marcado por el pluralismo ético-religioso» (Constitución apostólica Veritatis gaudium, 5). No vivimos en una sociedad cristiana, pero estamos llamados a vivir como cristianos en la sociedad plural actual. Como cristianos y abiertos.
[Expectativa-futuro]
En cuanto al otro binomio expectativa-futuro, la reflexión se inserta en el discernimiento exigido a las instituciones universitarias de Roma que de manera especial depende de la Sede Apostólica.
Aquí debe converger la necesidad de elevar la calidad de la oferta educativa y de investigación, y la necesaria racionalización de los recursos humanos y económicos. Esto requiere una visión capaz de mirar más allá de la actualidad, que sea capaz de considerar la situación eclesial y social, la vitalidad de las estructuras eclesiásticas y su sostenibilidad, las necesidades de las Iglesias locales, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y los índices demográficos de las distintas regiones. Somos muy conscientes de que «una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 33).
Hace falta una sana creatividad para encontrar los caminos adecuados. No tengan miedo de la creatividad: hace falta, esta sana creatividad. La indicación de «hacer coro», dada en el encuentro con todas las Universidades Pontificias e Instituciones Académicas en Roma en febrero del año pasado, no se agota en una solución técnica, sino que expresa la preocupación de que un modelo renovado de Universidad, como comunidad de conocimiento y aprendizaje, evite el riesgo de que los estudios se reduzcan al mero cumplimiento de clases, créditos y exámenes.
Hacer que una institución académica sea atractiva y competitiva requiere un profesorado dedicado, investigación científica y la capacidad de hacer una contribución significativa a la doctrina. Hacer un buen uso de los recursos significa unificar caminos iguales, compartir profesores entre las seis instituciones, eliminar el despilfarro, planificar las actividades con sensatez y abandonar prácticas y proyectos obsoletos. Y por eso quiero dar las gracias al Sr. Cardenal y al Secretario, que están haciendo un verdadero trabajo para evitar estas cosas feas y sucias que acabo de decir. Gracias por lo que están haciendo.
En el caso concreto de la Urbaniana, es importante que, en la calidad de la formación ofrecida, emerja aún más su especificidad misionera e intercultural, para que quienes se formen sean capaces de mediar el mensaje cristiano con originalidad en la relación con otras culturas y religiones. ¡Cuánta necesidad tenemos de pastores, personas consagradas y laicos que sepan encarnar el impulso misionero para evangelizar las culturas e inculturar así el Evangelio! Estas dos cosas van siempre juntas: la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio.
Espero que, como ya ha sucedido en Asia y en China, se puedan crear más centros de investigación para las diferentes regiones geográficas y culturales y reforzar los ya existentes. Además, que se fomente la afiliación de los Seminarios e Institutos de Teología presentes en las Circunscripciones eclesiásticas misioneras; cuando esto no sea posible, que se garantice un acompañamiento diferente pero constante.
Queridos hermanos y hermanas, muchas gracias por el trabajo que están realizando estos días. Y gracias por su compromiso en los diversos contextos eclesiales en los que ejercen su ministerio. Que el Espíritu Santo, con el don de la sabiduría, inspire sus reflexiones. Que la Virgen María, Reina de la Misión, los acompañe con su intercesión maternal. Rezo por ustedes, pero por favor, háganlo por mí, ¡porque este trabajo es divertido, pero no es fácil!
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