(ZENIT Noticias / Jerusalén, Ciudad Internacional, 10.11.2024).- El 7 de noviembre, la policía israelí entró en el recinto de la iglesia Pater Noster en el Monte de los Olivos, deteniendo brevemente a dos agentes de seguridad franceses y provocando una disputa diplomática. El lugar, gestionado por Francia durante más de 150 años, es una de las cuatro propiedades de Jerusalén bajo control francés, pero esta violación sin precedentes ha suscitado profundas preocupaciones en París.
El ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Noel Barrot, tenía previsto visitar el complejo de la iglesia, conocido como Eleona en francés, pero canceló abruptamente tras enterarse de la intrusión policial, calificándola de «inaceptable». El Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia respondió rápidamente, declarando que convocaría al embajador de Israel para abordar lo que describió como una violación del protocolo diplomático.
El incidente ha añadido tensión a una relación ya tensa entre Francia e Israel. Los funcionarios franceses informaron de que se había ordenado a las autoridades israelíes que no entraran en la propiedad antes de la llegada de Barrot, una directiva que fue ignorada. Los testigos que se encontraban en el lugar describieron un altercado entre los gendarmes franceses vestidos de civil y la seguridad israelí. Según los informes, la policía israelí empujó a un gendarme al suelo mientras intentaba identificarse, gritando repetidamente: «No me toques», antes de ser escoltado hasta un vehículo policial. Ambos gendarmes fueron liberados poco después de que se confirmaran sus identidades, pero el altercado dejó una nota amarga, ya que Barrot expresó su preocupación fuera del recinto de la iglesia.
La visita diplomática de Barrot, que tenía como objetivo fomentar relaciones más estrechas, se ha visto ensombrecida por el altercado. «Esta violación de un lugar bajo administración francesa corre el riesgo de socavar los lazos diplomáticos que vine aquí a fortalecer», dijo Barrot a los periodistas, visiblemente inquieto. Francia ha considerado durante mucho tiempo sus cuatro propiedades eclesiásticas en Jerusalén como extensiones de la soberanía francesa, y cualquier violación de estos santuarios se considera un asunto grave.
El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí argumentó que la intervención policial era una cuestión de protocolo de seguridad, alegando que los oficiales franceses no se identificaron e intentaron obstruir al personal de seguridad del Shin Bet. Sin embargo, los diplomáticos franceses han rechazado esta versión de los hechos, alegando “acusaciones falsas” de las autoridades israelíes. Las imágenes publicadas por AFP muestran a agentes israelíes advirtiendo al equipo de seguridad francés que muestre su identificación en el futuro, y uno de los gendarmes respondió que los agentes ya sabían de su estatus diplomático.
El reciente incidente no es un caso aislado. Las tensiones han estallado en el pasado con respecto a las propiedades administradas por Francia en Jerusalén, a menudo en medio de disputas geopolíticas más amplias. En 2020, el presidente Emmanuel Macron exigió enérgicamente que los guardias israelíes salieran de la iglesia de Santa Ana, controlada por Francia. Y en 1996, el presidente Jacques Chirac reprendió públicamente a la seguridad israelí por lo que consideró un comportamiento “provocador” durante su visita.
A este actual enfrentamiento diplomático se suman las relaciones entre Francia e Israel que se han deteriorado por la postura de Francia sobre las exportaciones de armas a Israel. El presidente francés, Emmanuel Macron, abogó recientemente por poner fin a los suministros de armas ofensivas utilizadas en Gaza, citando preocupaciones humanitarias. Francia también ha manifestado su desaprobación de las acciones militares israelíes tanto en Gaza como en el Líbano y, a principios de este año, intentó limitar la exhibición de productos de las empresas de armas israelíes en una exposición de defensa en París.
La visita de Barrot estaba inicialmente prevista para incluir conversaciones sobre la estabilidad regional y los esfuerzos de consolidación de la paz, especialmente a raíz de las recientes elecciones estadounidenses. Sin embargo, este último incidente es visto por algunos analistas como un revés para el compromiso diplomático, lo que plantea interrogantes sobre el potencial de desescalada en una región altamente polarizada.
Mientras los canales diplomáticos permanecen abiertos, París y Tel Aviv están bajo una presión cada vez mayor para abordar el incidente, con Francia instando a que se respeten sus propiedades e Israel haciendo hincapié en las preocupaciones de seguridad. Esta compleja situación sigue desarrollándose, añadiendo otro capítulo a la larga historia de tensión en torno a los sitios administrados por extranjeros en Jerusalén.
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