(ZENIT Noticias / Roma, 16.11.2024).- El viernes 15 de noviembre se hizo pública una carta del Papa destinada a los superiores de Órdenes Religiosas, representantes de organismo eclesiásticos, párrocos y al clero en general en la que hace una petición del todo particular: de cara al Jubileo que inicia el próximo 24 de diciembre, pide a la diócesis de Roma que “preste un signo tangible de atención a los problemas de la vivienda, de modo que, junto a la acogida de todos los peregrinos que vendrán, se pongan en marcha formas de protección para quienes no tienen casa o corren el riesgo de perderla”. Y agrega: “deseo que todas las realidades diocesanas propietarias de inmuebles ofrezcan su contribución para frenar la emergencia habitacional con signos de caridad y solidaridad que generen esperanza en las miles de personas de la ciudad de Roma que se encuentran en situación de precariedad habitacional”.
En su carta el Papa recuerda que “Es el amor de Dios el que genera esperanza y el amor de Dios pasa a través de nuestro amor, como decía el Beato Don Pino Puglisi: «Dios ama siempre a través de alguien»” y pondera el hecho de que “el bien común, que está en la base del pensamiento social de la Iglesia, resume todas las condiciones que garantizan la dignidad humana que, como he puesto de manifiesto muchas veces, se encarna en tres derechos inviolables: la tierra, la casa y el trabajo”.
De ahí que insista en su llamamiento para que “todas las realidades eclesiales (…) realicen un gesto valiente de amor al prójimo ofreciendo el espacio del que disponen, especialmente a quienes tienen facilidades de alojamiento o pisos libres”.
La carta no menciona una fecha límite, pero sí señala que quienes estén dispuestos a responder al llamado se dirijan al Cardenal Baldassare Reina, Vicario General de la Diócesis de Roma.
La carta del Papa olvida una dificultad: que no basta con la disponibilidad eclesial. Tratándose de casas en un país distinto al Vaticano, el gobierno italiano pone condiciones de vivienda (reglas con leyes habitacionales) que no se pueden saltar.
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