(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 19.11.2024).- En ocasión de los 1,000 días desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, el Papa Francisco envió una carta al Nuncio Apostólico en Ucrania, el arzobispo Visvaldas Kulbokas. A continuación la traducción al castellano que ZENIT ha hecho de la carta:
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Querido hermano,
Por medio de esta carta, que te dirijo como mi representante en mi amada y atormentada Ucrania, deseo abrazar a todos sus ciudadanos, dondequiera que se encuentren.
El cumplimiento de mil días de la agresión militar a gran escala que están sufriendo los ucranianos me brinda la oportunidad de hacerlo. Soy muy consciente de que ninguna palabra humana puede proteger sus vidas del bombardeo diario, ni consolar a los que lloran a los muertos, ni curar a los heridos, ni repatriar a los niños, ni liberar a los prisioneros, ni mitigar los duros efectos del invierno, ni restablecer la justicia y la paz. Y es esta palabra, PAZ, tristemente olvidada por el mundo actual, la que nos gustaría oír resonar en las familias, los hogares y las plazas de la querida Ucrania. Desgraciadamente, al menos por ahora, ¡no es así!
Estas palabras mías, sin embargo, no pretenden ser meras palabras, aunque llenas de solidaridad, sino, como vengo haciendo desde el comienzo de la invasión de este país, una sentida invocación a Dios, única fuente de vida, esperanza y sabiduría, para que convierta los corazones y los haga capaces de iniciar caminos de diálogo, reconciliación y concordia.
Sé que cada mañana, a las nueve, con un «minuto de silencio nacional», los ucranianos recuerdan con dolor las numerosas víctimas causadas por el conflicto, niños y adultos, civiles y militares, así como los prisioneros, que a menudo se encuentran en condiciones deplorables. Me uno a ellos, para que sea más fuerte el grito que se eleva al Cielo, de donde viene la ayuda: «Mi ayuda viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 121).
Que el Señor consuele nuestros corazones y fortalezca nuestra esperanza de que, mientras recoge todas las lágrimas derramadas y nos pedirá cuentas, permanece con nosotros incluso cuando los esfuerzos humanos parecen infructuosos y las acciones insuficientes.
Con la confianza de que será Dios quien pronuncie la última palabra sobre esta inmensa tragedia, bendigo a todo el pueblo ucraniano, comenzando por los Obispos y Sacerdotes, con quienes tú, querido Hermano, has estado al lado de los hijos e hijas de esta nación a lo largo de estos mil días de sufrimiento.
Papa Francisco
Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.
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