(ZENIT Noticias / Roma, 04.12.2024).- El domingo 1 de diciembre, la capilla del Seminario Redemptoris Mater de Roma se convirtió en escenario de una ceremonia que mezcló espiritualidad y arte. Kiko Argüello, pintor español y co-iniciador del Camino Neocatecumenal, recibió el prestigioso premio “Per Artem ad Deum”, otorgado por la asociación polaca Sacra Expo bajo el patrocinio del Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano. Este reconocimiento no solo destaca su trayectoria artística, sino también su capacidad para integrar el arte en la evangelización y la formación espiritual.
Un premio que conecta arte y trascendencia
El galardón, cuyo nombre significa “A través del arte hacia Dios”, busca reconocer a aquellos cuya obra no se limita a la estética, sino que abre puertas a la experiencia divina. Personalidades como el compositor Ennio Morricone y el cineasta Giuseppe Tornatore han recibido este premio en ediciones anteriores, consolidando su prestigio dentro del panorama cultural y espiritual.
En esta ocasión, el reconocimiento a Kiko Argüello trasciende las categorías tradicionales del arte. Su pintura, arquitectura, música y obras literarias no solo reflejan talento, sino un compromiso profundo con la misión evangelizadora. Como señaló Andrzej Mochoń, presidente de Sacra Expo, “su arte no se queda en lo contemplativo, sino que actúa como un puente que conecta al hombre contemporáneo con el Evangelio”.
El arte como reflejo del amor divino
El acto, al que asistieron 200 personas, fue un encuentro íntimo y espiritual. Durante la ceremonia, el cardenal Grzegorz Ryś, arzobispo de Łódź, destacó el reto que implica convertir el arte en un vehículo de trascendencia. Citando a San Juan Pablo II, subrayó que “la belleza no es un fin en sí misma, sino un camino hacia la salvación”. Según el cardenal, esta transformación requiere más que talento: exige discernimiento, oración y una vida anclada en el Evangelio.
Para Kiko Argüello, la belleza es inseparable de la experiencia de Dios. En su discurso, recordó cómo el escritor ruso Dostoievski describía a Cristo como la encarnación de la belleza: “La belleza produce emoción estética, y esa emoción es una puerta que nos devuelve al amor”.
Un legado artístico y espiritual
Argüello también reflexionó sobre el significado de su obra y su vocación artística. Más allá de las pinturas, las composiciones musicales y las estructuras arquitectónicas, destacó que su mayor logro es el Camino Neocatecumenal, una realidad eclesial que ha transformado la vida de miles de familias y jóvenes en todo el mundo. “Esto sí que es una obra de arte”, afirmó con emoción.
A través del Camino, Kiko ha integrado la música, la liturgia y el arte visual en una experiencia espiritual profunda que resuena con el alma humana. Para él, el arte es una herramienta poderosa que no busca glorificarse a sí misma, sino revelar el amor de Dios a través de la belleza.
La belleza como un acto de salvación
El premio Per Artem ad Deum no es solo un reconocimiento a la capacidad técnica de Kiko Argüello, sino también a su vida de radical entrega evangélica. Su obra demuestra que el arte puede ser más que una expresión estética; puede convertirse en un acto de salvación.
Como expresó en su discurso, “la verdadera belleza arranca al hombre de la maldición de vivir para sí mismo, devolviéndolo a la belleza del amor”. En un mundo donde lo efímero y lo superficial a menudo dominan, el arte de Argüello recuerda que lo sublime siempre puede dirigir nuestra mirada hacia lo eterno.
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