(ZENIT – 5 agosto 2019).- El Papa Francisco convocó la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la Panamazonía el pasado 15 de octubre de 2017 con el objetivo de “encontrar nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, sobre todo de los indígenas, muchas veces olvidados y sin una perspectiva de un futuro sereno, también por la causa de la crisis de la foresta amazónica, pulmón de fundamental importancia para nuestro planeta”.
El Sínodo Amazónico, tal y como se define en su propia página web, supone un “proyecto eclesial, cívico y ecológico que mira a superar los confines y redefinir las líneas pastorales, adecuándolas a los tiempos contemporáneos”.
Pero, antes de comenzar a profundizar sobre este Sínodo, es preciso aclarar una serie de cuestiones previas en torno a la región amazónica, tales como la delimitación del territorio que la conforma; la historia y evolución de la población autóctona; las amenazas que sufren sus habitantes y la biodiversidad de la zona, así como las causas de las mismas; y la importancia que tiene este ecosistema amazónico para el clima mundial.
Territorio amplio y heterogéneo
La cuenca del Amazonas está constituida por todos los ríos que drenan al río Amazonas. De acuerdo a los datos ofrecidos por el Documento preparatorio del Sínodo, esta es una de las mayores reservas de biodiversidad, ya que ostenta del 30 a 50% de la flora y fauna del mundo y el 20% de agua dulce no congelada de todo el planeta.
Asimismo, más de un tercio de los bosques primarios del planeta se encuentran concentrados en la Amazonía, de manera que la labor de captura de carbono de la misma es significativa.
En cuanto a la extensión, la cuenca engloba a nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela, incluyendo la Guyana Francesa como territorio ultramar, en total, más de siete millones y medio de kilómetros cuadrados.
Por otra parte, la “Isla de la Guayana” y otros espacios que se encuentran bajo influencia del régimen climático y geográfico de la Amazonía, también se consideran parte de este territorio.
La Amazonía no es homogénea, dentro de ella, existen distintos tipos de “Amazonías” que comparten como eje integrador al río Amazonas.
Historia de la población
La ocupación de esta región antecede a la colonización, probablemente en miles de años. Tradicionalmente, señala la misma fuente, la población se concentraba en los márgenes de los ríos y lagos antes de que llegaran los colonizadores.
Cuando se produjo dicha colonización, debido a que los indígenas eran esclavizados, muchos de ellos huyeron al interior de la selva y en las orillas de los ríos y lagos se crearon los nuevos asentamientos.
En general, los pueblos de la Amazonía siempre han mantenido una relación de interdependencia con los recursos hídricos, “la vida dirige al río” y el “río dirige a la vida”, señala la citada fuente, y sus pobladores, campesinos, recolectores y/o cazadores, actúan como “custodios de la selva y de sus recursos”.
Traslado forzoso a las ciudades
No obstante, las ciudades de la Amazonía han crecido muy rápidamente, en parte porque han acogido a los migrantes que se han ido asentando en las periferias de unas urbes que crecen hacia el interior de la selva. Estos hermanas y hermanas, en su mayoría ribereños y afrodescendientes, se trasladaron forzosamente de sus tierras por causa de la actividad minera y petrolífera y de la extracción maderera, afectados por los consiguientes conflictos socioambientales que estas generan.
Estas ciudades presentan amplias desigualdades sociales y la pobreza ha generado subordinación, violencia política e institucional, además del aumento de la adicción al alcohol y a las drogas.
Recientemente, entre el 70 y el 80% de la población de la Panamazonía reside en estas áreas urbanas y la mayor movilización ha sido protagonizada por los indígenas de la selva. Muchos de ellos son indocumentados, refugiados o se encuentran en cualquier otro tipo de situación de vulnerabilidad.
Estas circunstancias conllevan a la criminalización de dichas personas desplazadas, que son sometidas a males como el tráfico de personas, especialmente la explotación sexual y comercial de mujeres.
Amenazas
La riqueza de la biodiversidad del Amazonas y, por ende, la supervivencia de sus habitantes, que dependen de los recursos que este ecosistema les brinda, han sido y son puestas en peligro por las consecuencias derivadas de la aprovechamiento económico de sus recursos: la intensificación de la tala de la selva; la contaminación de los ríos, afluentes y lagos ante el uso de productos agro-tóxicos, los derrames petroleros, la minería legal e ilegal y la fabricación de drogas, así como el narcotráfico.
En definitiva, la sobreexplotación de la cuenca amazónica a través de las mencionadas actividades ha perjudicado a la riqueza ecológica de la comarca, de su selva y de sus aguas y ha forzado un desarrollo urbano no “integral” ni “inclusivo” de la región, lo cual ha contribuido a un emprobrecimiento no solo económico, sino también social y cultural.
Identidad de las comunidades indígenas
Las poblaciones y culturas que conviven en la cuenca del Amazonas son muy variadas, con modos de vida diversos. Según lo indicado en el Documento preparatorio mencionado, los nueve países que componen la Panamazonía presentan unos tres millones de indígenas, con alrededor de 390 nacionalidades y pueblos distintos.
Asimismo, de acuerdo a los datos de instituciones especializadas de la Iglesia, como el Consejo Indigenista Misionero de Brasil, se localizan entre 110 y 130 distintos pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV) o “pueblos libres”.
Por otro lado, existe el grupo formado por los indígenas que habitan en las zonas urbanas.
Fruto de la aludida heterogeneidad, se puede afirmar que existen múltiples identidades culturales y acervos históricos, que dan lugar a cosmovisiones y relaciones particulares con el entorno .
Lucha contra las amenazas
Contra las consabidas amenazas, el menosprecio y el no respeto a la diferencia recibido por sus semejantes, los pueblos indígenas y comunidades amazónicas se organizan y luchan por defender sus vidas, culturas, territorios y derechos.
El grupo más vulnerable, es el de los los PIAV, pues no han desarrollado instrumentos de diálogo y negociación con los actores externos que ocupan sus circunscripciones.
La situación social de los indígenas está lacrada por la exclusión y la pobreza, a pesar de que, como remarcó el Papa Francisco en Puerto Maldonado, Perú: “Su cosmovisión, su sabiduría, tienen mucho para enseñarnos a quienes no pertenecemos a su cultura. Todos los esfuerzos que hagamos para mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos”.
Importancia del bosque tropical amazónico
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), explica que, “las plantas extraen el dióxido de carbono de la atmósfera y lo absorben en la fotosíntesis, un proceso creador de energía que produce: oxígeno, el cual es liberado de nuevo en el aire y… carbono, el cual permite que la planta crezca”.
De esta manera, la destrucción de los bosques provocaría que el efecto invernadero sea aún más pronunciado y, por tanto, la situación del cambio climático en el futuro empeoraría.
Por otra parte, la WWF subraya que tanto los bosques tropicales como las regiones boscosas “intercambian grandes cantidades de agua y energía con la atmósfera, y se cree que juegan un papel importante en el control de los climas locales y regionales. El agua liberada por las plantas sube hacia la atmósfera por medio de la evapotranspiración (evaporación y transpiración de las plantas) y fluye por el aire a diversas partes de América en verdaderos “ríos voladores”. Este fenómeno, sumado a la gran cantidad de agua que la cuenca aporta al océano, influye en el clima mundial y la circulación de las corrientes oceánicas”.
Fotos: Red Eclesial Panamazónica (REPAM)