(ZENIT – 13 dic. 2019).- El Papa se ha encontrado esta mañana, 13 de diciembre, con asociaciones y grupos de Francia dedicados a la misericordia, en el Palacio Apostólico Vaticano. Durante su discurso, les ha recordado que el amor de Dios por nosotros «no es una palabra abstracta», sino que «se ha hecho visible y tangible en Jesucristo».
En este sentido, Francisco ha indicado que para la Iglesia y la credibilidad de su anuncio «es determinante» que ella viva y testimonie «en primera persona la misericordia». Es decir, que «su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre», ha matizado.
Por ello, el Pontífice ha insistido en que la Iglesia tiene «la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona» y ha citado la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
«La misericordia –aclaró el Papa– es el acto último y supremo con el que Dios viene a nuestro encuentro y que abre nuestro corazón a la esperanza de ser amados para siempre, sea cual sea nuestra pobreza, sea cual sea nuestro pecado», y añadió que «no hay pobreza humana que Dios no quiera alcanzar, tocar y socorrer», recordando la misión de la Iglesia.
Contemplar el pesebre
En la reunión, coincidiendo con el tiempo de Adviento, el Santo Padre les ha propuesto a los peregrinos que contemplen el pesebre, y para ello se apoyó en su reciente Carta Apostólica Admirabile signum.
“Es una invitación a sentir, a tocar la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.
Alegría al proclamar la misericordia
El Papa usó una frase que personalmente dice con frecuencia: «Sólo hay una forma en la que se permite mirar a una persona desde arriba hacia abajo, sólo hay una: para ayudarla a levantarse. De lo contrario, nunca se puede mirar a una persona de arriba a abajo».
Anunciando con certeza que «hay una verdadera alegría en el proclamar la misericordia del Señor», Francisco deseó a los peregrinos que «puedan encontrar la manera de dar testimonio a su alrededor de esta alegría de evangelizar anunciando la misericordia de Dios, para transmitir a los demás su pasión y difundir en el mundo la cultura de la misericordia que necesita con urgencia». Y los animó a que el cumplimiento de las actividades caritativas, «a veces exigente y cansador», «no ahogue nunca el respiro de ternura y compasión del que deben ser animados, ni la mirada que lo expresa».