(ZENIT – 3 junio 2019).- “Tomo su mano y le hago hablar. Habla poco, habla despacio, pero con la misma profundidad que nunca. Porque el problema de Benedicto son sus rodillas, no su cabeza: tiene una gran lucidez y lo oigo hablar, me hace sentir fuerte, siento el concentrado de las raíces y él me ayuda a seguir adelante”.
Estas son las cariñosas palabras que el Papa Francisco ha dedicado al papa emérito, Benedicto XVI, ayer, 2 de junio de 2019, durante la rueda de prensa en el avión de vuelta de su 30º viaje apostólico internacional a Rumanía.
Eva Fernández, periodista de COPE, se dirigió al Papa para rememorar su mensaje sobre la relación recíproca entre los jóvenes y los más mayores: los abuelos aportan a la juventud raíces sobre las que crecer y los jóvenes permiten a los más mayores poder soñar con el futuro. Asimismo, preguntó al Obispo de Roma si sigue percibiendo al papa emérito, Benedicto XVI, como un abuelo.
La tradición es como las raíces
“La tradición es como las raíces, que te dan el jugo para crecer y no te volverás como las raíces, no: florecerás, el árbol crecerá, dará fruto y las semillas serán raíces para otros”, dijo el Papa para referirse a la importancia de la relación entre los jóvenes y los mayores, entre la tradición de la Iglesia y las generaciones venideras.
Garantía de futuro
El Papa subrayó, parafraseando al músico Gustav Mahler, que “’la tradición es la garantía del futuro y no el guardián de las cenizas’: no es un museo”, sino las raíces que garantizan el crecimiento y el fruto.
De este modo, el Pontífice considera a Benedicto XVI y a los abuelos parte de esas raíces, de esa tradición de la Iglesia tan esencial.
La abuela de Iasi
El Papa recordó una anécdota del viaje, en Iasi, donde se cruzó con una abuela y su nieto. La sonrisa de esa señora le transmitió el consabido mensaje: gracias a ese pequeño que llevaba en brazos, ella, en su vejez, podía soñar.
“Estas son las raíces, y esto crecerá. No será como yo, pero yo di mi parte”, explicó Francisco.
Soñar
Finalmente, el Pontífice agregó: “Cuando los abuelos sienten que tienen nietos que continuarán la historia, comienzan a soñar y cuando los abuelos no sueñan se deprimen… ¡hay un futuro! Y los jóvenes, alentados por eso, comienzan a profetizar y hacer historia. Es importante”.