(ZENIT Noticias / Roma, 17.12.2024).- En un extracto de su próxima autobiografía Spera, que se publicará el 14 de enero de 2025, el Papa Francisco comparte un desgarrador relato tras bambalinas de su revolucionaria visita a Irak en marzo de 2021. El viaje, aclamado como un hito para el diálogo interreligioso, se vio ensombrecido por la revelación de dos intentos de asesinato frustrados.
Una misión contra todo pronóstico
Desafiando la advertencia generalizada de los asesores, el Papa se embarcó en lo que muchos consideraron un viaje peligroso. “Todos me aconsejaron que no lo hiciera”, escribe, “pero sentí una necesidad profunda e inquebrantable de ir. Quería visitar a nuestro abuelo Abraham, el antepasado común de judíos, cristianos y musulmanes”.
La determinación del pontífice de llevar un mensaje de paz y esperanza a una nación devastada por la guerra se topó con obstáculos importantes. La visita se produjo en medio de la devastación persistente de la pandemia de COVID-19 y las constantes amenazas a la seguridad por parte de grupos extremistas.
Las amenazas se despliegan
Francisco relata la escalofriante información de inteligencia que recibió la Gendarmería del Vaticano a su llegada a Bagdad. La inteligencia británica había advertido de dos posibles ataques: una joven que llevaba explosivos se dirigía supuestamente a Mosul como terrorista suicida, mientras que una camioneta cargada de explosivos se dirigía a toda velocidad hacia un objetivo no revelado.
“Incluso en medio de tanta destrucción”, reflexiona, “los vientos del odio se negaron a cesar”. A pesar de estas amenazas, el Papa se mantuvo firme en su misión, entregando mensajes de reconciliación y esperanza a las asediadas comunidades de Irak.
El hito interreligioso
Uno de los momentos más conmovedores del viaje fue el histórico encuentro de Francisco con el ayatolá Ali al-Sistani en la ciudad santa de Najaf. El encuentro, que se había estado gestando durante años, simbolizó un nuevo capítulo en las relaciones entre cristianos y musulmanes y puso de relieve la visión del Papa de la solidaridad interreligiosa.
El encuentro subrayó el tema central de su viaje: el poder unificador de la fe. En su autobiografía, Francisco destaca el profundo significado de estar en la tierra de Abraham, una figura venerada a pesar de las divisiones religiosas.
Un final aleccionador
A medida que avanzaba el viaje, el Papa seguía siendo muy consciente del peligro inminente. Al preguntar por los atacantes al día siguiente, el jefe de seguridad del Vaticano dio una respuesta breve pero contundente: “Ya no están”. La policía iraquí había interceptado a los sospechosos, neutralizando las amenazas en enfrentamientos mortales.
“Incluso esto”, escribe Francisco sombríamente, “fue un fruto envenenado de la guerra, un duro recordatorio de los ciclos de violencia que siguen plagando a la humanidad”.
Un testimonio de fe y resiliencia
Las reflexiones del Papa sobre la visita a Irak reflejan tanto la esperanza como la angustia de su misión. Si bien el viaje marcó un avance significativo en el diálogo interreligioso, también puso de manifiesto las luchas que enfrentan en las zonas de conflicto.
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