Billeri, ordenado sacerdote en 2016, aporta un currículum inusual al Palacio Apostólico. Foto: Diócesis de San Miniato

Una nueva etapa en el pontificado leonino: El Papa reestructura su círculo íntimo con un nombramiento sorprendente

El nombramiento de Billeri se produjo poco después de otro paso inesperado: la investidura del arzobispo Filippo Iannone, abogado canónico napolitano, como prefecto del Dicasterio para los Obispos

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(ZENIT Noticias / Roma, 30.09.2025).- Cuando el Papa León XIV llamó discretamente al obispo de San Miniato la semana pasada, fue más que una simple cortesía personal. Fue el comienzo de un cambio decisivo en la forma en que el nuevo pontífice pretende gobernar. En la línea, el Papa solicitó al obispo Giovanni Paccosi permiso para traer a su casa a uno de los sacerdotes más prometedores de la diócesis, el padre Marco Billeri. En cuestión de días, el joven abogado canónico y vicario parroquial fue anunciado como segundo secretario personal del Papa, un cargo que, en la práctica, funciona como el centro neurálgico de la toma de decisiones papales.

Billeri, ordenado sacerdote en 2016, aporta un currículum inusual al Palacio Apostólico. Antes de ingresar al seminario, se formó como ingeniero informático y posteriormente cursó un doctorado en derecho canónico. Esa combinación de fluidez digital y rigor legal es poco común entre las filas clericales, y no ha pasado desapercibida. Desde su elección, el Papa León ha expresado repetidamente la urgente necesidad de que la Iglesia afronte las perturbaciones sociales y éticas desatadas por la inteligencia artificial y la cultura digital, tal como lo hizo el Papa León XIII con la industrialización en la «Rerum Novarum». Para quienes han seguido de cerca sus prioridades, el nombramiento de un secretario con experiencia tanto técnica como canónica parece menos una coincidencia que una estrategia.

El obispo Paccosi admitió tener sentimientos encontrados al recibir la llamada del Papa. «Es un gran regalo para nuestra diócesis», dijo a sus fieles en una carta pastoral, «aunque no sin una sensación de pérdida. Don Marco es a la vez un amigo y un colaborador inestimable. Pero ahora servirá en el corazón de la Iglesia universal». La franqueza del obispo captó la paradoja de los nombramientos papales: elevan a las personas, pero inevitablemente dejan vacíos en las iglesias locales a las que antaño servían.

El nombramiento de Billeri se produjo poco después de otro paso inesperado: la investidura del arzobispo Filippo Iannone, abogado canónico napolitano, como prefecto del Dicasterio para los Obispos. Esta oficina supervisa la selección de todos los obispos del mundo, lo que la convierte en uno de los puestos más influyentes de la Curia. Los dos anuncios, emitidos en veinticuatro horas, indican que el Papa León ya no se limita a «acomodarse» tras su elección. Cuatro meses después de su pontificado, comienza a trazar las líneas generales de su propia administración.

Lo que sorprendió a los observadores del Vaticano no fue solo la rapidez de estas decisiones, sino también su originalidad. Ni Iannone ni Billeri circulaban como candidatos obvios en los rumores romanos habituales. Su aparición sugiere que el Papa León pretende eludir las redes tradicionales de influencia y confiar en figuras cuyos perfiles se alinean con su visión, en lugar de con expectativas arraigadas.

Los miembros de la Curia se preparan ahora para nuevos cambios. Varios cardenales de alto rango han superado la edad de jubilación canónica de 75 años, entre ellos Arthur Roche, del Culto Divino; Marcello Semeraro, de las Causas de los Santos; y Kevin Farrell, de Laicado, Familia y Vida. Otros, como el cardenal Kurt Koch, de Unidad Cristiana, y el cardenal Michael Czerny, de Desarrollo Humano Integral, han llegado a momentos en los que cabría esperar una renovación. Incluso los puestos de figuras que no se jubilan, como el secretario de Estado Pietro Parolin o el cardenal Víctor Fernández, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, se especulan en los pasillos del Palacio Apostólico.

Por ahora, la atención se centra en la casa del Papa: su círculo más cercano, el pequeño equipo que marca el ritmo de la vida papal diaria. Al padre Edgar Peña Rimaycuna, el secretario peruano que ha acompañado a León XIV desde el principio, se unirá ahora Billeri, formando un dúo que refleja tanto continuidad como innovación. En la cuidadosa coreografía de Roma, la elección de un secretario puede revelar tanto sobre la dirección de un pontificado como el nombramiento de un cardenal.

Visto desde esta perspectiva, la llegada de un sacerdote toscano con experiencia en derecho y cultura digital puede resultar emblemática. El Papa León XIV, al parecer, está posicionando su pontificado no sólo para navegar por la maquinaria de gobierno de la Iglesia sino también para enfrentar las cuestiones morales de un mundo que cambia rápidamente.

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Valentina di Giorgio

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