(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 21.11.2024).- En un paso significativo hacia la seguridad del futuro financiero de la Santa Sede, el Papa Francisco ha enviado una carta al Colegio de Cardenales, Prefectos y jefes de instituciones curiales, en la que pide reformas urgentes y estructurales del fondo de pensiones del Vaticano. La medida subraya la creciente preocupación por la viabilidad a largo plazo del fondo y la necesidad apremiante de una acción decisiva para abordar un déficit creciente.
Un sistema bajo presión
El fondo de pensiones, que ha sido un punto focal del escrutinio financiero desde su creación en 1992, se enfrenta a lo que el Papa describió como un «desafío serio y complejo». Los análisis y estudios independientes encargados a lo largo de los años revelan una trayectoria preocupante: el sistema actual, incluso teniendo en cuenta los recursos disponibles, genera un déficit significativo y se prevé que se vuelva cada vez más insostenible sin intervención.
“El sistema actual”, advirtió el Papa Francisco en su carta del 19 de noviembre, “no puede garantizar el cumplimiento a mediano plazo de las obligaciones de pensiones para las generaciones futuras”. La carta, publicada el 21 de noviembre, destaca el imperativo moral de proporcionar pensiones equitativas y dignas, reconociendo al mismo tiempo los recursos finitos disponibles.
Liderazgo para una nueva era
En una decisión audaz, el Papa Francisco nombró al Cardenal Kevin Farrell como administrador único del fondo de pensiones. Actualmente se desempeña como Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, así como Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, la amplia experiencia del Cardenal Farrell lo posiciona para abordar los desafíos apremiantes del fondo.
El Papa describió este nombramiento como “un paso esencial” para abordar la crisis inminente. Su liderazgo, junto con una reestructuración integral, se considera fundamental para establecer un modelo sostenible y equitativo para el sistema de pensiones del Vaticano.
Responsabilidad compartida y sacrificio
Sin embargo, la reforma conlleva sacrificios. El Papa Francisco reconoció que el camino que tenemos por delante requiere «decisiones difíciles» y el esfuerzo colectivo de todas las partes interesadas. Hizo hincapié en la necesidad de sensibilidad y generosidad mientras la Iglesia se embarca en lo que denominó «una nueva e ineludible fase de cambio».
Este llamamiento se basa en la agenda más amplia de reforma financiera del Papa, esbozada en comunicaciones anteriores. En septiembre, instó al Colegio de Cardenales a apoyar la reestructuración económica necesaria para alcanzar un objetivo de «déficit cero» y, a principios de este año, introdujo cambios regulatorios al fondo de pensiones mediante un *Motu Proprio*.
Justicia entre generaciones
Un elemento central de la reforma es el compromiso con la equidad intergeneracional. El Papa destacó la importancia de garantizar una cobertura justa y adecuada para los empleados actuales y futuros de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. “La sostenibilidad debe lograrse en el contexto más amplio de los recursos limitados de la organización”, escribió, y pidió medidas que reflejen justicia y equidad en todos los grupos de edad.
Un llamado a la unidad y la urgencia
En sus comentarios finales, el Papa Francisco instó a todos los involucrados a actuar con “prontitud y unidad de visión”, enfatizando que este momento requiere más que una deliberación cautelosa: exige una acción rápida y colaborativa para estabilizar el sistema.
Las reformas, dijo, no son simplemente ajustes financieros sino una transformación necesaria para garantizar el bienestar de la comunidad de la Iglesia y su misión. Mientras el Vaticano enfrenta esta coyuntura crítica, el mensaje del Papa es claro: el momento del cambio es ahora.
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