MADRID, viernes 22 junio 2012 (ZENIT.org).- Acaba de publicarse el segundo video de la serie “Te puede pasar a tí”, una colección que narra la aventura vital de personas antes ateas y hoy convertidas a la fe.
“Antes eran ateos, agnósticos, indiferentes, pasotas, no creían en Dios o creían sin consecuencias, como quien cree en los extraterrestres. Vivían en la antípodas de una vida de fe. Algunos declararon una guerra abierta contra la Iglesia. Otros pertenecían a ella, como socios de un gran club, sin fe ni amor. Sin embargo, todos ellos... cambiaron. Dios saltó a su vida de un modo sorprendente, ninguno le esperaba, tuvieron miedo pero... Cambiaron radicalmente su vida y aseguran que salieron ganando”, afirman los editores de la serie.
En este segundo capítulo de la serie “Te puede pasar a tí” se narra la peripecia de Rubén García, México.
A muy temprana edad escuchó las primeras críticas: “Eres como una niña”. Antes de los 18 años tuvo sus primeras relaciones sexuales con otros hombres. Ejerció la prostitución. A punto de operarse para ser transexual, una amiga le invitó a un retiro. “¿Qué Dios me ama? ¿A mí? Yo pensaba que Dios amaba a todos, menos a los homosexuales”, y ahí comenzó su camino hacia una vida distinta.
El video presenta dos recetas en conflicto. ¿Cuál conduce a la felicidad?
Receta 1: "Dale a tu cuerpo lo que te pide. No hay nada malo en tener relaciones sexuales, con quien quieras. Dios no tiene nada que ver con lo que hagas con tu cuerpo. Puedes separar el sexo del don de la vida."
Receta 2: "No todo lo que te apetece te conviene, ni siquiera todo lo bueno. La entrega del cuerpo implica la donación total del ser. La unión sexual ha de abrirse al don de la vida, entre un hombre y una mujer. Cumplir y amar la voluntad de Dios te conduce a la felicidad, aunque te suponga esfuerzo."
¿Quiénes intervienen?
A unos les han dicho que Dios es cruel y la Iglesia homófoba. Otros han sido acogidos en la Iglesia con amor. Unos dudan de que Dios exista y de que la receta de la castidad funcione. Otros ya han experimentado el amor de Dios y el amor desinteresado a los demás.
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