“Fiarse, mirar y darse prisa”. Estos son los tres verbos concretos que el papa Francisco ha presentado en su discurso a los participantes de la peregrinación de la Familia Guanelliana, a quienes ha recibido este jueves en el Aula Pablo VI.
“Fiarse”. El Santo Padre ha recordado que la vida de don Guanella tuvo en el centro “la certeza de que Dios es Padre misericordioso y providente”. Tal y como ha observado el Papa “Dios es padre y no logra no amarnos”. Ni siquiera es capaz --ha asegurado- de estar lejos de sus hijos y desea siempre venir a nuestro encuentro. “Dios nos cuida y quiere que nos fiemos de Él”, ha indicado el Papa.
Asimismo ha añadido: “Pienso que al Padre le duele mucho cuando ve que sus hijos no se fían plenamente de Él: quizás creen en un Dios lejano, más bien que en el Padre misericordioso”. A propósito, ha advertido sobre la tentación de “tomar distancia de Dios, intimidados por la sospecha de que su paternidad no sea realmente providente y buena”. Dios es solamente amor, puro amor providente, ha afirmado el Pontífice. “Él nos ama más de lo que nos amamos nosotros mismos y sabe cuál es nuestro verdadero bien”, ha explicado.
El segundo verbo es “mirar”. A propósito, Francisco ha explicado que el Padre suscita la creatividad en los que viven como sus hijos y así “aprenden a mirar el mundo con ojos nuevos, más luminosos por el amor y la esperanza”. Son ojos --ha precisado-- que permiten mirarse dentro con verdad y ver lejos en la caridad. Y en esta mirada los otros no aparecen “como obstáculos que necesitamos superar, sino como hermanos y hermanas que debemos recibir” ha indicado. Al respecto, el Santo Padre ha advertido que la carencia más grande en el mundo de hoy es la caridad: “es necesario sobre todo, que existan personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza”.
Asimismo, Francisco ha advertido que nuestra vida espiritual es miope “porque no conseguimos mirar más allá de nuestro yo”. Otras veces no vemos bien de cerca “nos gustar ayudar a quien está lejos, pero no somos capaces de inclinarnos hacia quien vive junto a nosotros”. A veces, sin embargo, “preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados, abrumados por el pesimismo”.
Y finalmente “tener prisa”. El Pontífice ha recordado que “como el Padre es delicado y concreto en lo relacionado con los hijos más pequeños y débiles, así nosotros no podemos hacer esperar a los hermanos y las hermanas en dificultad”. Y del mismo modo que María tuvo prisa por ir a ver a su prima Isabel, “también nosotros escuchamos la invitación del Espíritu Santo para ir en seguida al encuentro de quien necesita nuestros cuidados y nuestro afecto, porque, como enseñaba don Luigi Guanella, un corazón cristiano que cree y que siente no puede pasar delante de las indigencias del pobre sin socorrerlas”.