CIUDAD DEL VATICANO, 13 mayo 2002 (ZENIT.org).- En medio de los conflictos étnicos que desangran la región de los Grandes Lagos, Juan Pablo II ha invitado a los obispos del centro de África a hacer un examen de conciencia sobre la coherencia del testimonio de los católicos.
La invitación forma parte de una carta hecha pública este lunes por la Santa Sede enviada a monseñor Frédéric Rubwejanga, obispo de Kibungo y presidente de la Asociación de las Conferencias Episcopales de África Central, que se ha reunido en Kigali (capital de Ruanda) para celebrar una asamblea extraordinaria.
Según les dice el Papa a los prelados africanos, para alcanzar «las justas aspiraciones a la paz, a la justicia y a la solidaridad, es capital que la Iglesia en vuestra región se interrogue de verdad no sólo por la credibilidad de vuestra presentación de su mensaje, sino también por la credibilidad de quienes lo transmiten».
«La credibilidad de la Iglesia en África depende del testimonio ofrecido por sus miembros, animados por un sentido evangélico y moral profundo», añade.
«Siendo siempre ejemplo para el pueblo cristiano --aclara a los obispos--, ayudaréis a los fieles en su combate sin descanso contra los gérmenes de división y de luchas étnicas, que debilitan el testimonio de la Iglesia y atizan el odio fraterno».
Los obispos de la Asociación de Conferencias Episcopales de África Central provienen de Burundi, Ruanda, y de la República Democrática del Congo, tres países marcados por la violencia étnica e incluso por el genocidio (Ruanda, 1994).
Juan Pablo II es durísimo con estos actos de violencia, «que no sólo constituyen una negación permanente del proyecto de Dios de reunir en la unidad a sus hijos dispersos», sino que, además, «niegan la vocación del hombre, a quien el Creador le ha confiado la responsabilidad de colaborar con su obra, trabajando sin descanso en el respeto incondicional dela vida y de la dignidad de todo ser humano».
«Para promover el respeto de los derechos fundamentales de las personas y de los grupos humanos de cara a su desarrollo integral --afirma el obispo de Roma--, la Iglesia católica está llamada a comprometerse al lado de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para propiciar una nueva era de paz, justicia y solidaridad efectiva en la región de los Grandes Lagos».
«¡Que surjan del África de los Grandes Lagos testigos valientes de una nueva esperanza para toda la región!», exige la misiva.
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May 13, 2002 00:00