NUEVA YORK, sábado, 24 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Los informes hechos públicos en la Cumbre Mundial de Naciones Unidas del 2005 han detallado los progresos llevados a cabo por las naciones en desarrollo, y los desafíos a los que se enfrentan. El 2 de septiembre la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) publicaba su informe «Comercio y Desarrollo 2005».
La buena noticia ha sido que la economía mundial creció casi un 4% en el 2004, el mayor crecimiento desde el 2000. El crecimiento ha sido incluso mayor en los países en desarrollo, un 6,5%. UNCTAD observaba que el principal crecimiento se ha dado en China y la India, donde el rápido desarrollo económico ha reducido la pobreza. En el 2005, se espera que los países en desarrollo crezcan entre un 5% y un 5,5%.
El informe comentaba que los progresos dados en China y la India dan como resultado que hay un importante progreso de cara a lograr las Metas de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza mundial en el 2015.
Continúan los desafíos
Sin embargo, incluso a la India y a China les queda mucho camino por recorre. El informe observaba que el poder adquisitivo per capita de China en el 2003 fue de cerca de un 10% del de Estados Unidos, y las cifras de la India son incluso más bajas.
Hay noticias positivas de Latinoamérica, donde el informe observaba que ha habido «un rebote de su profunda crisis económica, y una vuelta a un crecimiento más rápido, apoyado por la expansión de las exportaciones».
África, sitiada por problemas económicos durante años, logró una tasa de crecimiento del 4,5%, y se espera que se acerque al 5% este año. Pero a pesar de los positivos progresos recientes, el informe juzgaba que el crecimiento en el África sub-sahariana «es todavía demasiado lento para hacer progresos decisivos».
El informe también expresaba su preocupación por la falta de crecimiento en los países europeos de la zona euro así como en Japón, donde la demanda económica doméstica sigue débil. Y el informe expresaba su preocupación de que el principal motor de crecimiento en el mundo desarrollado, la economía de Estados Unidos, pueda perder vapor antes de que otros países o regiones sean capaces de asumir ese papel.
Otra preocupación es el aumento de los precios del petróleo, que a mediados de julio alcanzaron los 58 dólares por barril, el doble de a mediados del 2002. Se espera que, en particular, los países en desarrollo sufran de altos precios dado que sus industrias requieren altos niveles de petróleo para producir la misma cantidad de bienes que en las economías más avanzadas.
Un peaje diario
El 7 de septiembre se hacía público el Informe de Desarrollo Humano 2005, del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas. Este informe observaba también el importante progreso logrado en los últimos años, al reducir la pobreza y la mayor atención internacional prestada a mejorar el estado de los países en desarrollo.
Desde 1990, la esperanza de vida en los países en desarrollo ha aumentado en dos años. Actualmente hay 3 millones menos de muertes de niños al año, y 30 millones menos de niños sin escolarizar. Asimismo, más de 130 millones de personas han escapado de la pobreza extrema.
No obstante, añadía el informe: «Cada hora más de 1.200 niños mueren lejos de la atención de los medios». Las causas de muerte varías, «pero la aplastante mayoría puede asignarse a una única patología: pobreza».
Destacando los contrastes entre ricos y pobres, el informe comentaba: «Un quinto de la humanidad vive en países donde a nadie se le pasaría por la cabeza gastar dos dólares al día en un capuchino. Otro quinto de la humanidad sobrevive con menos de un dólar al día y vive en países donde los niños mueren por carecer de una simple mosquitera para su cama».
El mundo está en un momento crucial, sostenía el informe, a la hora de determinar si los proyectos planteados en las Metas de Desarrollo del Milenio se cumplirán para la fecha límite del 2015. El informe pedía a los gobiernos de los países ricos que cumplieran su parte del contrato.
En los países ricos, comentaba el informe, se piensa en ocasiones en la ayuda como en un acto unidireccional de caridad. En cualquier caso, la ayuda es un «imperativo moral», indicaba el informe. Sin embargo, la ayuda es también una inversión de futuro, una inversión que no sólo generará prosperidad sino que también asegurará una mayor seguridad para todos.
Se han hecho progresos en el aumento de las ayudas. Tras la Conferencia de Monterrey del 2001 sobre la financiación del desarrollo, la ayuda ha aumentado un 4% al año – 12.000 millones de dólares (según la cotización de 2003). Y aunque los países ricos dedican sólo el 0,25% de su producto interior bruto a ayudas, hay una tendencia ascendente desde 1997.
No obstante, continuaba el informe, incluso aunque los aumentos programados se entregaran al completo, los países en desarrollo necesitarán más fondos para financiar las Metas de Desarrollo del Milenio. El déficit alcanzará los 52.000 millones de dólares en el 2010 y resulta especialmente grande para el África sub-sahariana. En una nota más positiva, el informe daba la bienvenida al aumento de 8.000 millones de dólares desde el 2000 en ayudas de Estados Unidos, que ahora es el mayor donante del mundo al África sub-sahariana.
Los tres pilares de la cooperación
Aunque las sumas de dinero son grandes, el informe sostenía que son modestas a escala de la riqueza de los países ricos. Por ejemplo, los 7.000 millones de dólares, que, durante la próxima década, se necesitarán anualmente para proporcionar a 2.600 millones de personas acceso a agua potable, es una cantidad inferior a lo que se gastan los europeos en perfume, y menos de lo que los norteamericanos se gastan en cirugía estética. Esta inversión se estima que salvaría 4.000 vidas cada día.
El informe sostenía que para superar la pobreza serán necesarias diversas acciones, que denominó, «los tres pilares de la cooperación», cada uno de los cuales necesita ser respaldado de modo urgente. Éstos son:
1. Ayuda al desarrollo. La ayuda internacional es vital para reducir las muertes y enfermedades evitables, y ayudar a que se creen las condiciones para el desarrollo económico. Se han llevado a cabo mejoras, pero se ha de aumentar tanto la cantidad como la cualidad de las ayudas.
2. Comercio internacional. Según el informe, con demasiada frecuencia las políticas comerciales de las naciones desarrolladas «siguen negando a los países pobres y a sus gentes una justa participación en la prosperidad global». El comercio, incluso más que la ayuda, tiene el potencial de mejorar a un gran número de los países más pobres del mundo.
3. Seguridad. Los conflictos violentos y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos «marchitan las vidas de cientos de millones de personas», acusaba el informe. Se necesita una cooperación internacional más eficaz para quitar de en medio este impedimento al desarrollo.
Una responsabilidad común
Pero el informe reconoce que los países en desarrollo deben también jugar su parte. «Ninguna cantidad de cooperación internacional», afirmaba el informe, «puede compensar las actuaciones de los gobiernos que no den prioridad al desarrollo humano, al respeto de los derechos humanos, a enfrentarse con la desigualdad o a desarraigar la corrupción».
Y dando algo de razón a quienes defienden la puesta en marcha de economías de mercado en los países en desarrollo en vez de simplemente darles más ayudas, el informe observaba que la reducción de la pobreza implica mucho más que la simple transferencia de dinero del rico al pobre. «Lograr una reducción sostenible de la pobreza requiere procesos dinámicos, gracias a los cuales los países y la gente pobre p
ueda marcar su camino para salir de sus privaciones extremas», afirmaba el informe.
Junto a la promoción del crecimiento, la otra recomendación que se hacía a las naciones en desarrollo es la necesidad de abordar las desigualdades en la renta. «Una distribución más equitativa de los ingresos actuaría como un fuerte catalizador de reducción de la pobreza», sostenía el informe. Citando a Brasil como uno de los países más afectados por la desigualdad, el informe calculaba que si se concentrase el crecimiento en los más pobres, el país podría acortar el tiempo necesario para reducir a la mitad su pobreza a unos 19 años.
Reducir la desigualdad no es una tarea fácil, admitía el informe. Pero para muchos países, especialmente en el África sub-sahariana, sería una medida clave para mejorar la productividad de los productores agrícolas más pequeños. Asimismo, mejorar la educación sería un paso clave para asegurar una mayor igualdad. Y la ayuda económica desde el gobierno puede ayudar a que se den a los pobres los activos productivos que necesitan para escapar de la pobreza.
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