CIUDAD DEL VATICANO, lunes 19 de octubre de 2009(ZENIT.org).- Con una misa según el rito extraordinario en latín (el misal precedente al Concilio Vaticano II), concluyó este domingo en la Basílica de San Pedro un congreso sobre su vivencia en la Iglesia.
La santa misa fue celebrada en la Capilla de la Adoración Eucarística por el arzobispo Raymond Leo Burke, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
En el acto, participó además monseñor Guido Pozzo, recientemente nombrado por el Papa secretario de la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei", encargada del diálogo con los seguidores de la Fraternidad de San Pío X, fundada por el arzobispo Marcel Lefebvre.
La capilla no pudo acoger a todos los que quisieron participar en la misa, pues quedó totalmente llena por 70 sacerdotes y unas 400 personas.
Después de la misa, los participantes en el congreso se reunieron en la plaza de San Pedro para rezar la oración del Ángelus junto al Papa, quien les dirigió un saludo especial en las palabras que dirigió a los peregrinos en italiano.
Con el título "Un gran don para toda la Iglesia", el congreso ha analizado la aplicación del motu proprio "Summorum Pontificum", sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970.
El encuentro, celebrado entre el 16 y el 18 de octubre en la el salón de actos de la "Casa Bonus Pastor", de Roma, fue organizado por "Jóvenes y Tradición" y "Amistad Sacerdotal Summorum Pontificum".
La jornada intermedia, el sábado, fue clausurada con el canto del "Te Deum" y la bendición eucarística, celebrada por monseñor Camille Perl, vicepresidente emérito de la Comisión "Ecclesia Dei".
Al inaugurar el congreso, el organizador, el padre Vincenzo Nuara O.P., constató las dificultades que encuentran en ocasiones quienes quieren aplicar el motu proprio "Summorum Pontificum".
"¿Pueden rechazar los hombres de Iglesia la misa en rito antiguo?", se preguntó el padre Nuara.
"Si esto sucede, tiene lugar un gran problema para la Iglesia --respondió--. Pero, con frecuencia, donde obispos y párrocos se oponen, el resultado es que se lleva a jóvenes (laicos y sacerdotes) a amarla y practicarla. Hay, de todos modos, grandes signos de esperanza, en particular con el surgimiento de nuevas vocaciones para la misa en rito antiguo", afirmó el sacerdote.