(ZENIT Noticias / Trieste, 30.08.2025).- Cuando el papa Francisco viajó a Trieste en julio de 2024 para inaugurar la 50.ª edición de la Semana Social de los Católicos en Italia, pocos imaginaron que la estación central de la ciudad se convertiría en el centro de un drama de seguridad con repercusiones internacionales. Lo que comenzó con una sola maleta abandonada se ha convertido en una compleja investigación que se extiende desde Italia hasta los Países Bajos y plantea interrogantes sobre si una célula terrorista pretendía atentar contra el propio pontífice.
La historia comenzó el 6 de julio de 2024, víspera de la visita de Francisco, cuando se descubrió una maleta en un bar de la estación central de Trieste. En su interior se encontraban una pistola semiautomática, un cargador y catorce cartuchos. Los investigadores italianos trataron el hallazgo como algo más que un simple caso criminal, dada la inminente llegada del papa y la atención mundial que lo rodeaba.
En cuestión de horas, las imágenes de vigilancia identificaron a un hombre que posteriormente se confirmó como Hasan Uzun, ciudadano turco de 46 años. Las cámaras lo mostraron deambulando por la estación, abandonando la maleta, comprando una nueva tarjeta SIM italiana prepago con efectivo y destruyendo la anterior antes de subir a un tren con destino a Milán. Su viaje continuó hasta Suiza, donde fue detenido brevemente en la frontera por documentación inválida, acompañado en ocasiones por un hombre no identificado con camisa azul claro.
La persecución internacional que siguió involucró a la policía antiterrorista italiana, sus homólogos extranjeros e Interpol. Uzun fue finalmente detenido en los Países Bajos en abril de 2025 y extraditado a Italia a finales de junio en virtud de una orden de arresto europea. Actualmente se encuentra recluido en la prisión de Coroneo, en Trieste, en estricto aislamiento, acusado de posesión y transporte de armas de fuego. Su abogada, Lucrezia Chermaz, insiste en que las acusaciones se limitan a «conspiración para portar y poseer un arma común» y que las pruebas de una intención terrorista más amplia siguen sin demostrarse.
Sin embargo, tras las formalidades judiciales se esconden narrativas contrapuestas. Los servicios de seguridad difundieron una nota confidencial que sugería la participación de una red radical turca afiliada al autodenominado Estado Islámico e insinuaba un posible intento de asesinato contra el papa. Sin embargo, la fiscalía italiana se mantiene cautelosa, enfatizando que las investigaciones aún se encuentran en la fase preliminar y que no se ha establecido firmemente ningún plan operativo directo contra Francisco.
La mera sospecha de un complot contra un papa evoca traumas pasados, desde el atentado contra Juan Pablo II en 1981 hasta el reforzamiento de la seguridad papal en el siglo XXI.
La incógnita es si Uzun era un operador solitario dentro de círculos criminales o formaba parte de una red más amplia. Para Trieste, el incidente subraya la vulnerabilidad de una ciudad a menudo vista como una puerta de entrada entre Europa Occidental y los Balcanes. Para el Vaticano, es un recordatorio de que incluso los momentos de celebración pastoral —como los últimos viajes pastorales de Francisco antes de su muerte en abril de 2025— se ven ensombrecidos por las realidades del conflicto global y la violencia extremista.
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.
