(ZENIT Noticias / Berna, 19.11.2024).- La Iglesia católica en Suiza se enfrenta a una asombrosa ola de salidas, ya que casi 67.500 personas renunciaron formalmente a su membresía en 2023, una cifra que marca casi el doble de las salidas del año anterior. Este éxodo sin precedentes ha dejado al descubierto una crisis de confianza e identidad para la Iglesia, impulsada por las revelaciones de abusos y un panorama cultural cambiante.
Un informe sobre abusos provoca un ajuste de cuentas a nivel nacional
El punto de inflexión se produjo en septiembre de 2023, cuando la Universidad de Zúrich publicó un estudio histórico que exponía más de 1.000 casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica suiza. El informe, que abarca varias décadas, conmocionó a la nación, y los investigadores advirtieron que estos casos probablemente eran «solo la punta del iceberg».
Monseñor Felix Gmür, presidente de la Conferencia Episcopal Suiza y obispo de Basilea, reconoció el impacto devastador de las revelaciones. «El elevado número de salidas era previsible tras la publicación del estudio piloto sobre el abuso sexual en la Iglesia», dijo, reflexionando sobre la pérdida de confianza entre los fieles.
Una crisis más allá del escándalo
Si bien el escándalo de los abusos sigue cobrando importancia, Gmür señaló los desafíos sistémicos más profundos que enfrenta la Iglesia. «El entorno de la Iglesia católica está experimentando cambios rápidos, o incluso disolviéndose por completo», señaló. «La fe ya no es un elemento definitorio de la vida diaria para muchos, y su transmisión de una generación a la siguiente ha disminuido».
Esta erosión de la fe ha sido un problema de larga data, exacerbado por un cambio social más amplio hacia el secularismo. La Iglesia, que alguna vez fue una piedra angular de la vida cultural y espiritual suiza, ahora lucha por mantener su relevancia en una sociedad cada vez más pluralista e individualista.
Los esfuerzos para reconstruir la confianza son insuficientes
A pesar de las iniciativas destinadas a abordar la crisis de abusos y volver a conectar con los católicos desilusionados, el panorama sigue siendo sombrío. Gmür admitió que revertir la tendencia parece casi imposible. «La Iglesia se está reduciendo y, lamentablemente, es una tendencia que no se puede detener», dijo con sombría franqueza.
Los esfuerzos para reconstruir la confianza incluyen medidas de transparencia, foros para escuchar a las víctimas y una mayor rendición de cuentas dentro de las estructuras eclesiásticas. Sin embargo, estos pasos aún no han contrarrestado la profunda desilusión y alienación que sienten muchos católicos suizos.
Implicaciones más amplias para la Iglesia mundial
La crisis en Suiza refleja los desafíos que enfrenta la Iglesia católica en todo el mundo. En muchas regiones, las revelaciones de abusos han coincidido con cambios culturales que debilitan las instituciones religiosas tradicionales. El caso suizo resalta la urgencia de abordar tanto las cicatrices del pasado como la necesidad de una visión renovada de la fe que resuene con la sociedad contemporánea.
¿Qué nos espera?
Mientras la Iglesia católica suiza atraviesa este período de agitación, sus líderes se enfrentan a una pregunta abrumadora: cómo conciliar el peso de los fracasos históricos con la necesidad de seguir siendo una presencia significativa en la vida de las personas. La respuesta puede requerir no solo una reforma institucional, sino también una profunda reimaginación de lo que significa ser una Iglesia en el siglo XXI.
Por ahora, el éxodo continúa, dejando a una institución otrora sólida lidiando con un futuro incierto.
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