ROMA, 25 mayo (ZENIT.org-FIDES).- «¿Continuarán aumentando las vocaciones en los próximos años?», esta es una de las preguntas más corrientes en Corea entre las personas que tratan de comprender el extraordinario crecimiento de la Iglesia católica en ese país. Las vocaciones sacerdotales aumentaron en un 10% en el decenio 1980-1990, pero, a partir de la mitad del decenio 1990, se nota una disminución de las vocaciones sacerdotales: menos 3,5% en 1995, menos 1,6% en 1996, menos 3,1% en 1997 y menos 0,1% en 1998. Esta disminución también afecta a los religiosos y a las religiosas. Sin embargo, en 1999, las vocaciones sacerdotales volvieron a aumentar en un 2,7% y las de religiosas en un 2,9%.
Al tratar de comprender los motivos que han provocado este descenso de vocaciones, el padre Kim Hyonn-ch’ol, miembro del comité de formación de la Asociación de Superiores Mayores Religiosos de Corea, explica en declaraciones publicadas por la agencia «Fides»: «La década de 1990 fue un tiempo de transición de la sociedad industrial a la sociedad de información. La Iglesia no realizó a tiempo su misión profética, mientras se difundió rápidamente la cultura técnica y materialista en la sociedad coreana. La disminución de vocaciones no depende únicamente del atraso espiritual de la Iglesia coreana en este sentido, sino también de un shock temporal causado por el cambio de la estructura social. Por eso deberíamos elaborar programas vocacionales actualizados y adaptados a la nueva generación».
De este modo se están lanzando programas de promoción vocacional a través de Internet. Actualmente, las 14 diócesis del país y cerca de 50 Institutos religiosos tienen abiertas sus páginas web. Lo interesante es que son muy visitadas: han recibido ya entre 2.000 y 10.000 mensajes para pedir información vocacional. Una gota muy importante, en el «océano de la información».
Dicen los promotores vocacionales: «No hay un sólo camino para promover las vocaciones. Tenemos que continuar trabajando para encontrar el modo de atraer a la juventud. En primer lugar, se requiere una política nacional y a largo plazo de promoción vocacional y, luego, dedicarse a la misma con osadía».