La celebración busca promover en particular la solidaridad con las primeras naciones que habitaron este inmenso país, y que padecen niveles de pobreza «más elevados» que el resto de la población.
Así lo explica la carta que con este motivo ha escrito el Consejo por la reconciliación, la solidaridad y la comunión, compuesto por obispos, sacerdotes, una religiosa, y laicos.
La misiva presenta a Juan Diego, el indígena que fue testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, como ejemplo de cumplimiento de la «voluntad de Dios tal y como le fue comunicada» por María.
Es también «un ejemplo de la fidelidad con la que estamos llamados a responder al amor de Dios hoy».
El mensaje constata que algunos indicadores sociales, como «el éxito escolar, un alojamiento adecuado, la salud pública o la toxicomanía subraya la necesidad de un cambio sistemático que permita finalmente a las poblaciones autóctonas de nuestro país desempeñar el papel que les corresponde».
La misiva, tras reconocer que en el pasado «la intervención de la Iglesia en las comunidades autóctonas no siempre ha sido positiva, nos alegramos por la presencia actual de comunidades fuertes y dinámicas en las que la fe de la gente se convierte en motivo de inspiración».
Un consejo compuesto por católicos autóctonos, representantes de la Conferencia Episcopal de Canadá y de congregaciones religiosas evalúa la financiación de proyectos presentados por organismos autóctonos católicos para promover la sensibilización, la reconciliación y la comunión entre estas personas y el resto de la sociedad.