PARÍS, martes, 13 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha manifestado su conmoción ante los documentos que prueban una masacre de judíos en Ucrania, en 1941.

El Papa ha dirigido sobre este argumento una carta al cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo emérito de París, con motivo del tercer «Encuentro europeo entre judíos y católicos», promovido por el Congreso Judío Europeo.

El acto, celebrado en el Ayuntamiento de París, el 4 de diciembre, congregó a más de setecientos representantes del judaísmo y de la Iglesia católica, entre quienes se encontraba el cardenal Georges Marie Cottier, representante vaticano.

En el encuentro se presentó la investigación realizada por el padre Patrick Desbois, en Ucrania, sobre las fosas comunes en las que más de un millón de judíos fueron sepultados por los nazis en 1941.

El cardenal Lustiger informó a Benedicto XVI sobre estos descubrimientos históricos y, en respuesta, el Papa ha escrito una carta al purpurado, con fecha del 1 de diciembre, para expresarle su apoyo.

«Ante la lectura de su carta y de los documentos antes enviados, he quedado conmocionado al darme cuenta de hasta qué punto el poder del mal se apoderó de nuestro pueblo, haciendo que algo tan monstruoso pudiera tener lugar, como lo revelan estos documentos», afirma el Papa.

«Hasta ahora nunca había escuchado el que estas campañas sistemáticas de asesinatos en Ucrania habían precedido al horror de los campos de exterminio de judíos», asegura.

El Papa confiesa: «apenas logro concebir el que los poderes demoníacos del mal, que han reinado durante doces años sobre nuestro pueblo, hayan podido llevar a un total derrumbe de las obligaciones morales y a una destrucción de las conciencias hasta un nivel imposible de creer, si no quedara establecido con una estremecedora precisión».

Invito a «rezar sin cesar al Señor para que nos proteja de estas potencias en el futuro».

Al mismo tiempo constata el hecho «consolador» de que «el metropolita ucraniano de la época haya tomado claramente posición contra estos procedimientos, y de que hoy día haya sacerdotes católicos se esfuercen por esclarecer toda la verdad».

El congreso ha ofrecido la oportunidad de celebrar el cuadragésimo aniversario de la promulgación de la declaración del Concilio Vaticano II «Nostra Aetate», que supuso un viraje histórico para las relaciones entre católicos y judíos, y para reconocer la labor realizada por Juan Pablo II a favor de las mutuas relaciones.