LONDRES, sábado, 17 diciembre 2005 (ZENIT.org).- El día 5 de diciembre las parejas del mismo sexo conseguían su reconocimiento legal en Gran Bretaña bajo la Ley de Parejas Civiles. Aunque no se equiparan al matrimonio, las uniones del mismo sexo tienen ahora casi los mismos derechos que las parejas casadas.
La así llamada relación civil tiene lugar al firmar un documento oficial, pero no hay un intercambio de votos o promesas como en una ceremonia de matrimonio, explicaba el periódico Telegraph el 6 de diciembre. Como los matrimonio, las uniones sólo pueden disolverse en un tribunal.
Las nuevas normas se aplican a las parejas del mismo sexo con 16 años o más en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
Para las parejas del mismo sexo las principales ventajas de la nueva ley son financieras, observaba el Telegraph. Si uno de los miembros de la pareja muere antes que el otro, el superviviente es tratado como una esposa si no hay testamento. El superviviente también heredará las propiedades y adquirirá los derechos de pensión como si él o ella estuvieran casados.
El arzobispo Peter Smith, jefe del departamento de responsabilidad cristiana y ciudadanía de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales criticó las nuevas leyes. En una declaración hecha pública el 6 de diciembre advertía: «Hay un verdadero peligro de que el la comprensión profundamente enraizada del matrimonio como una relación permanente y exclusiva entre un hombre y una mujer, y como el mejor contexto para la crianza de los hijos, se vea erosionada».
Mons. Smith pidió al gobierno que promoviera el matrimonio, en lugar de minarlo. «Su valor para la sociedad debería promoverse y nunca hacerlo de menos», añadía.
Aprobación suiza
Gran Bretaña no se ha quedado sola este año a la hora de dar vía libre a las parejas del mismo sexo. En un referéndum en junio, los votantes suizos aprobaron que una ley permitiera a las parejas homosexuales que registraran sus relaciones.
Se darán los mismos derechos legales a las relaciones que a las parejas casadas en áreas de pensiones, herencias e impuestos, según un reportaje del 5 de junio de la agencia Swissinfo. Sin embargo, no se permitirá a las parejas del mismo sexo adoptar niños o tener acceso a tratamientos de fertilidad. El 58% de los votantes votó sí en el referéndum. Anteriormente, las relaciones registradas de parejas del mismo sexo existían sólo a nivel regional en los cantones de Zurich, Ginebra y Neuchatel.
Sudáfrica está dispuesta a ir incluso más allá, y establecer matrimonios del mismo sexo con plenos derechos, tras la sentencia del Tribunal Supremo del 1 de diciembre. El más alto tribunal de la nación dictaminó que es inconstitucional que no se permitiera a los homosexuales casarse, informó Associated Press el día de la decisión.
El tribunal dio al parlamento un año para hacer los cambios legales necesarios. Según Associated Press, Sudáfrica reconoció los derechos de los homosexuales en su nueva constitución adoptada tras el final del apartheid en 1994. El gobierno se ha opuesto, sin embargo, a los intentos de extender la definición de matrimonio en los tribunales para incluir a las parejas del mismo sexo.
Un reportaje de Reuters, también del 1 de diciembre, observaba que en los últimos años los activistas homosexuales habían ganado ya cierto número de batallas legales, incluyendo el derecho a adoptar niños y heredar de las últimas voluntades de sus parejas.
Degradación
Volviendo a Gran Bretaña, no han faltado las críticas a las medidas del gobierno de dar a las parejas del mismo sexo derechos similares a los de los matrimonios. El mismo día en que entró en vigor la ley, Dame Elizabeth Butler-Sloss, presidenta retirada de la División de Familia del Tribunal Supremo condenó la «degradación» del matrimonio, informó el 6 de diciembre el Times de Londres.
Descrita por el periódico como «una de las jueces decanas más importantes de Gran Bretaña», habló en un encuentro jurídico en Londres. La antigua juez observaba, entre otras cosas, que la retirada de incentivos fiscales al matrimonio significaba que ahora no había ninguna razón financiera para casarse, o para permanecer casados.
«Es un hecho triste que un gobierno, que ha hecho públicas excelentes propuestas para ayudar a padres y a hijos tras una ruptura en una relación, no haga nada práctico para apoyar a las parejas casadas», afirmaba.
Las ventajas del matrimonio ahora no estaban «suficientemente claras», afirmaba Butler-Sloss. Y el aumento del divorcio debe preocupar a la sociedad, dados sus efectos sobre la comunidad y la economía, añadía.
Algunas de estas ventajas fueron puestas de relieve en un estudio de dos economistas. El Christian Science Monitor informaba el 5 de diciembre de la investigación de David Blanchflower del Dartmouth College de Hanover, New Hamspshire, y de Andrew Oswald, de la Universidad Warwick de Coventry, Inglaterra. Los dos consideraban qué es lo que hace feliz a la gente.
Su estudio fue publicado en un documento del Nacional Bureau of Economic Research, una organización privada de investigación de Massachussets. El estudio descubrió que sería un error que los gobiernos se enfocaran sólo en la producción económica como medida de bienestar. «El dinero compra cierto grado de felicidad, pero no mucho», afirmaba Blanchflower.
Una de las cosas que más felicidad dan es el matrimonio. Un marido o una esposa proporcionan tanta felicidad como 100.000 dólares más de ingresos, indicaba Blanchflower.
Además, descubrieron que aquellos que tienen un matrimonio fiel y monógamo son los más felices. Los que engañan a su pareja son menos felices. Los que siempre han tenido que pagar por el sexo son muchos menos felices que los demás. E igual ocurre con los que se divorcian.
La trampa del progenitor solitario
Un artículo de opinión el 7 de diciembre en el Telegraph proseguía con el tema de la discriminación económica contra las parejas casadas. Jill Kirby, que preside el Family Policy Group en el Center for Policy Studies, escribía que un estudio publicado por el centro a inicios de año mostraba que un pareja con un único sueldo paga de media 5.000 libras (8.600 dólares) más en impuestos cada año de lo que reciben en ventajas y beneficios impositivos.
Sin embargo, si la pareja se rompe, se convertirán en receptores netos de créditos y beneficios superiores a las 7.000 libras (12.100 dólares) al año. Una pareja desempleada que vive separada, o en una relación no oficial, recibirá también una suma sustancial en pagos asistenciales, algo que no sería accesible si se casaran.
Lo que Kirby denomina la «trampa del progenitor solitario», que asegura que una madre sola recibe mayor cantidad de dinero en asistencia que si se casa, ha sido siempre una característica propia del sistema de bienestar británico. La trampa, sin embargo, se ha hecho más profunda por los cambios en el sistema impositivo llevados a cabo por el actual gobierno, indicaba Kirby.
La proporción de niños que viven sólo con un progenitor ha crecido cerca de un cuarto desde que el gobierno laborista llegó al poder, observaba Kirby. La cifra alcanza ahora al 27% de los niños de Gran Bretaña, muy por encima de la media de los países de la Unión Europea.
Observaba que en Francia, por ejemplo, la proporción de progenitores sólo está por debajo de la mitad de la de Gran Bretaña, y los subsidios disponibles para la ruptura matrimonial y la maternidad en solitaria están muy por debajo.
Valor irreemplazable
Es necesaria una adecuada red de asistencia para las víctimas de una ruptura familiar, indicaba Kirby, pero también son necesarios incentivos fiscales que animen al matrimonio. «Un sistema de bienestar que penaliza a las parejas casadas, junto a un sistema de i
mpuesto que las ignora», advertía, «es una combinación letal».
La necesidad de apoyar a las familias y al matrimonio fue recordada recientemente por Benedicto XVI. El Papa trató el tema, entre otras materias, durante su discurso el 3 de diciembre a los participantes de una conferencia de presidentes de comisiones episcopales de la familia y la vida de Latinoamérica.
Agradeció a los presentes sus esfuerzos por salvaguardar los «valores fundamentales del matrimonio y de la familia». Estas instituciones, observaba el Pontífice, están amenazadas tanto por el fenómeno de la secularización como por leyes injustas.
La institución del matrimonio y la familia son un modelo de irreemplazable valor para el bien común de la humanidad, insistía Benedicto XVI. El Papa criticaba los intentos de promover «nuevas formas de matrimonio» que son extrañas a las culturas de las sociedades donde se promueven. Queda por ver cuál será el precio de estas «nuevas formas de matrimonio».
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Dec 17, 2005 00:00