ARIZONA, domingo, 18 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Los Obispos de la Conferencia Episcopal Católica de Arizona con ocasión de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciembre) han publicado una carta pastoral titulada «Ustedes me acogieron», en la que denuncian con profunda preocupación y dolor los episodios de sufrimiento y hostilidad de los que son víctimas los inmigrantes mexicanos y latinoamericanos, especialmente los indocumentados.
«Nosotros, los obispos católicos de Arizona, nos sentimos profundamente entristecidos por la muerte y el sufrimiento que vemos en nuestra frontera. Somos conscientes de que nuestras comunidades están dividiéndose cada vez más como resultado de la inmigración en nuestro estado», reconocen con tristeza los prelados
Firman el documento los obispos de las diócesis de Gallup, Phoenix y Tucson, así como la Heptarquía Católica bizantina de Van Nuys. El documento ha sido reseñado por la agencia misionera de la Santa Fede, «Fides».
Según los prelados, en estos momentos se han dado «crecientes expresiones de hostilidad y oposición a los inmigrantes indocumentados».
Aun reconociendo la tensión que esta crisis produce en las comunidades fronterizas, los obispos creen posible encontrar puntos de acuerdo entre todos los que están implicados en esta situación para hacer que Arizona promueva una solución integral y permanente del fenómeno migratorio.
Los inmigrantes en regla y los indocumentados constituyen un creciente porcentaje de los católicos de Arizona. Por este motivo, los obispos creen que «encontrar nuevas maneras de recibir e integrar a los inmigrantes en la vida parroquial hará una Iglesia más fuerte y más unida en Arizona».
Los controles más estrictos en las fronteras de Texas y California ha tenido el efecto de canalizar muchos más migrantes indocumentados a través de los remotos y peligrosos desiertos del sur de Arizona:
En el año fiscal 2005, se documentaron al menos 261 muertes de personas al cruzar la frontera en Arizona, mientras que se registraron 460 muertes.
Los obispos recuerdan además que cerca de diez millones de inmigrantes clandestinos viven actualmente en los Estados Unidos, y están dando importantes contribuciones a la sociedad y a la Iglesia.
«Una gran parte de la economía de nuestro estado depende en alto porcentaje de la contribución de los inmigrantes, tanto regulares como irregulares –reconocen los prelados–. Además traen a nuestras comunidades y parroquias, tradiciones y prácticas religiosas intensamente arraigadas. Muchas de nuestras parroquias están refloreciendo gracias a la contribución de los nuevos fieles y de sus familias».
Aunque los Obispos no aprueban ciertamente la inmigración clandestina, sin embargo consideran necesario encontrar un modo para hacer salir de la sombra a estas personas e integrarlas en la sociedad.
En la conclusión de la carta pastoral, los obispos piden a los fieles que se unan a su compromiso a favor de los emigrantes: rezar por y con todos los afectados por la crisis; hacer más acogedoras las parroquias; formarse sobre esta problemática; lanzar un llamamiento por una reforma integral sobre la inmigración; apoyar los esfuerzos para reducir la pobreza en México y en América Latina; asociarse con las diócesis hermanas en México; unirse a personas de otras confesiones y de buena voluntad para encontrar soluciones idóneas.