CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 diciembre 2005 (ZENIT.org).- El árbol de Navidad es un signo de la «deslumbrante luz» de Jesús, considera Benedicto XVI.
Lo constató este sábado al recibir en audiencia a un grupo de peregrinos de Austria, entre los que se encontraban representantes civiles y eclesiásticos, que le han regalado el imponente abeto procedente de los bosques de Eferding, que desde la noche de ese día ya brilla en la plaza de San Pedro del Vaticano.
«En Navidad resuena en todas las partes del globo el alegre anuncio del nacimiento del Redentor: el esperado Mesías se hizo hombre y vino entre nosotros», comenzó constatando el pontífice en las palabras que dirigió a sus huéspedes en el Aula de la Bendición del palacio apostólico vaticano.
«Con su luminosa presencia, Jesús ha disipado las tinieblas del error y del pecado y ha traído a la humanidad la alegría de la deslumbrante luz divina, de la que el árbol navideños es signo y recuerdo», añadió el Papa.
El pontífice reconoció que, en este sentido, el árbol de Navidad es una invitación a acoger en el corazón el don de la «alegría», de la «paz» y del «amor» de Jesús.
«Creer en Cristo significa dejarse rodear por la luz de su verdad que da pleno significado, valor y sentido a nuestra existencia, ya que precisamente al revelarnos el misterio del Padre y de su amor, Él revela también plenamente el hombre a sí mismo y le manifiesta su altísima vocación», concluyó.
Juan Pablo II introdujo la costumbre de decorar un árbol de Navidad en la plaza de San Pedro. Cada año es regalado por una región diferente de Europa. La delegación austríaca también entregó al Santo Padre otros abetos más pequeños que servirán para decorar otros ambientes del Vaticano.