El Salvador: Emigración, violencia y pobreza

Promedio de diez asesinatos por día

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SAN SALVADOR, lunes, 19 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Según una reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana (UCA), realizada entre el 11 y 20 de noviembre a 1.876 personas, «los salvadoreños terminarán el 2005 afectados por el alto costo de la vida y la violencia delincuencial que deja un promedio diario de diez muertos».

Un 72,3% de los entrevistados asegura que el costo de la vida ha aumentado mucho en el país durante el presente año. Un 57,2% piensa que la violencia delincuencial aumentó en 2005, frente a 23% que dice: «todo sigue igual» y un 19,8% que ha disminuido.

Así mismo las cifras de la Policía Nacional Civil (PNC), señalan que entre enero y noviembre se registraron 3.395 asesinatos, números muy superiores a los 2.762 registrados durante todo el 2004. Según las autoridades de seguridad pública «las pandillas, también llamadas maras, son las responsables de un 60% de los asesinatos que ocurren en el país».

Los índices de violencia se mantienen en El Salvador pese al plan que impulsa el gobierno denominado «Super mano dura» contra las maras y «antihomicidios».

La Conferencia Episcopal del país ha señalado la misma situación de violencia en su reciente carta pastoral, «No te dejes vencer por el mal» del pasado 24 noviembre de 2005, denunciando el grave problema social que está afectando y conduciendo al país a una continua inseguridad.

«Se asesina para robar; se asesina por venganza; se asesina por encargo; se asesina bajo el efecto del alcohol o las drogas; se asesina casi siempre con armas de fuego que circulan prácticamente sin control; se asesina a sangre fría; se asesina con lujo de barbarie y en completa impunidad; y hay quienes afirman que se asesina incluso como método de limpieza social», afirman los obispos.

También su santidad Benedicto XVI al recibir, el 1 de Diciembre de 2005, las cartas credenciales del embajador de El Salvador ante la Santa Sede, lanzó un apremiante llamamiento a los responsables de las naciones para que cese la violencia: «De todas las partes del mundo llegan noticias sobre conflictos».

«Quisiera lanzar un nuevo llamamiento para que los responsables de las naciones y todos los seres humanos de buena voluntad se unan para que cese la violencia, que desfigura la humanidad y que hipoteca el crecimiento de los pueblos y la esperanza de numerosas poblaciones», afirmó el Papa.

«El doloroso y vasto problema de la pobreza, que induce a muchos salvadoreños a emprender la vía arriesgada de la emigración con todas sus secuelas en el ámbito familiar y social, tiene graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda, y constituye un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de las instancias públicas para que todos dispongan de los bienes primarios y encuentran los medios indispensables que permitan su promoción y desarrollo integral», añadió

«La propuesta constante de los valores morales fundamentales, como son la honestidad, la austeridad, la responsabilidad por el bien común, la solidaridad, el espíritu de sacrificio y la cultura del trabajo, puede facilitar un mejor desarrollo para los miembros de la comunidad nacional, pues la violencia, el egoísmo personal y colectivo nunca han sido fuentes de progreso ni de bienestar» agregaba el Papa.

Recientemente ha sido publicado el informe sobre desarrollo humano, El Salvador 2005, que en su basto contenido analiza el impacto de las migraciones. Este fenómeno no ha experimentado disminución en los últimos años después de los acuerdos de paz, que pusieron fin a 12 años de guerra fratricida, llevando a la muerte a unos 80.000 salvadoreños.

Es más, «pese al endurecimiento de las leyes migratorias, los altos riesgos del viaje, el rechazo y maltrato en el país que los recibe, el número de emigrantes hacia Estados Unidos ha aumentado en los últimos 10 años».

Contradictoriamente «los hermanos lejanos» como se les llama a los salvadoreños que han emigrado, se han convertido en la principal fuerza económica del país con el envío de las remesas a sus familiares.

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ZENIT Staff

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