El templo, situado en pleno barrio chino de la capital francesa, busca ser un lugar de acogida para unos tres mil católicos chinos de esa ciudad. La comunidad china se compone de entre 250 y 300 mil personas.
La ceremonia en francés y chino de inauguración fue presidida por el arzobispo de París, monseñor André Vingt-Trois.
En su homilía, el arzobispo hizo un reconocimiento del heroísmo con el que a lo largo de la historia han vivido su fe los católicos chinos.
El altar está construido en una base de tierra traída desde varias provincias de China.
El párroco de Notre-Dame de China, el sacerdote de ese país, Jean Ma, agradeció tanto al arzobispo como a su predecesor, el cardenal Jean-Marie Lustiger, el apoyo que han dado a este proyecto.