El filósofo Julián Marías, «buscador incansable de la verdad»

Palabras del cardenal Ruoco en el funeral del filósofo católico

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MADRID, martes, 20 diciembre 2005 (ZENIT.org).-«Buscador incansable de la verdad». Con estas palabras definió el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, a Julián Marías, al presidir su funeral.

La eucaristía por el alma del filósofo católico, fallecido el pasado jueves a los noventa y un años de edad, tuvo lugar en la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación de la capital española.

En la homilía, según recoge «Análisis Digital», el arzobispo de Madrid partió del prólogo que redactó Julián Marías para «La fuerza de la razón» –la obra que recoge sus últimos artículos– y señaló que el filósofo dejó en ella escrito cuál había sido el motor de su vida.

«Don Julián en este texto expresa lo que había movido su vida de una forma muy visible. La certeza en la esperanza de la vida perdurable. Cuando se ama, decía él, no se puede pensar que a quien uno ama y por quien uno es amado, que eso, vaya a terminar en la nada o en la muerte. Al final don Julián podría decir, como el profeta: el Señor es mi dote y espero en Él. El Señor es bueno para los que en Él esperan y lo buscan. Es bueno esperar en silencio la Salvación del Señor».

En este sentido, subrayó el cardenal Rouco, «su vida fue una vida racional encaminada directamente hacia Dios».

El arzobispo de Madrid se refirió a Julián Marías como un «humilde defensor de la verdad», la cual protegía «con un servicio al hombre y a la sociedad de su tiempo, especialmente a España».

«El servicio lo prestó con la razón, con un discurso limpio y transparente que ofrecía dialogando en el mejor sentido de la expresión», aseguró.

Esto explica, apuntó el cardenal Rouco que «entre su discurso filosófico y su fe no había ninguna contradicción, sino una lógica inherente y sinfónica armonía».

«Su filosofía se podría resumir en una brillante, iluminosa y esperanzadora visión del hombre», señaló.

Filósofo, sociólogo y ensayista, Marías nació en Valladolid el 17 de junio de 1914. Su vida tuvo un giro decisivo cuando a los 18 años conoció a José Ortega y Gasset, a cuya cátedra de Metafísica acudió diariamente con apasionado interés.

Su maestro constituyó para él «un modelo de intensidad intelectual, de un rigor de pensamiento, de una belleza de expresión que nos parecía la forma más perfecta que se podía alcanzar». Con él fundó, en 1948, el Instituto de Humanidades de Madrid, del que fue director.

Tras el paréntesis de la Guerra Civil –en la que fue encarcelado durante tres meses por una falsa acusación y liberado en agosto de 1939– tuvo dificultades para publicar sus artículos y se le impidió impartir clases como profesor de Filosofía y Letras.

A principios de los años cincuenta y tras ser «vetado» para acceder a la cátedra que Ortega dejó vacante, Marías impartió cursos como profesor invitado en las Universidades norteamericanas de California, Harvard, Yale y Puerto Rico, entre otras muchas.

El terrorismo organizado, la droga y la aceptación social del aborto eran las tres plagas de las que en los últimos años hablaba el filósofo y creyente.

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ZENIT Staff

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