HONG KONG, jueves, 22 diciembre 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede intervino en la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio para recordar que el sistema de reglas comerciales internacionales tiene que convertirse en un medio para alcanzar el desarrollo integral de toda persona y la reducción de la pobreza.
En nombre del vaticano en la cumbre ministerial, que se celebró del 13 al 18 de diciembre en la ciudad asiática, tomó la palabra el arzobispo Silvano Tomasi, C.S., observador permanente de la Santa Sede ante las oficinas de la ONU en Ginebra
Ante los importantes objetivos que se planteó la Conferencia, la Santa Sede recordó que «el libre Mercado no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio para elevar los estándares de vida y el desarrollo de las personas a todos los niveles. El destino universal de los bienes de la tierra exige que los pobres y marginados sen puestos en el centro de las preocupaciones».
«La Santa Sede reconoce los beneficios de un sistema de relaciones comerciales multilateral equitativo y participativo orientado a alcanzar y desarrollar el bien común», aclaró el arzobispo italiano.
«El espíritu de solidaridad entre todos los países y pueblos –sugirió– debería sustituir a la competición sin fin que busca alcanzar y defender posiciones privilegiadas en el comercio internacional».
«Con demasiada frecuencia el proteccionismo favorece a los segmentos privilegiados de la sociedad –denunció–. Un multilaterialismo efectivo, por el contrario, es un proceso inclusivo que reconoce que en el corazón de todas las relaciones sociales y económicas está el ser humano, con su dignidad y sus derechos».
Por tanto, según la Santa Sede, «un sistema basado en reglas, o más bien, un sistema justo de reglas comerciales es indispensable».
«Un sistema justo de reglas comerciales debería conformarse según en el nivel de desarrollo económico de los estados miembros y debería apoyar explícitamente y ofrecer un trato especial y diferencial a los países más pobres», reconoció el representante papal.
«Cuando los niveles de desarrollo de los estados miembros son excesivamente dispares», el consentimiento de los diferentes países no garantizará la justicia de los acuerdos comerciales.
«Las relaciones comerciales ya no pueden basarse únicamente en el principio de libertad, y de competición sin controles, pues muy frecuentemente crean una dictadura económica».
«El libre mercado sólo puede ser llamado justo cuando se conforma con las exigencias de la justicia social», recalcó.
«Cuanto más se tienen en cuenta los derechos y las necesidades de los pobres y los débiles, más posibilidades se dan a la justicia y a la paz en nuestro mundo, dos condiciones indispensables para el desarrollo sostenible y para aliviar la pobreza», dijo monseñor Tomasi.
Este debería ser el objetivo de los acuerdos comerciales promovidos por la Organización Mundial del Comercio, concluyó.